Parte 2

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“¿Qué tal éste?” Jimin se puso su suéter verde-musgo sobre su más elegante camisa y corbata. Se quedó mirando su espejo de cuerpo completo. Nadaba todas las mañanas en la piscina local, y su cuerpo era delgado y fuerte. Nunca le gustaron las pequeñas pecas alrededor de sus mejillas, pero se veía bien. Aceptable por lo menos.

    Estaba inquieto. “¿La corbata es demasiado?”

    Sancho lo miró hacia arriba, baba cayendo a su pata delantera.

    “¿Tal vez solo el suéter? O la camisa y el suéter.” Deshizo la corbata y se la quitó. El verde de su suéter complementaba el café de su cabello, o por lo menos eso es lo que Taemin le había dicho. Ante el pensamiento de Taemin, su estómago se contrajo. Era difícil creer que se había ido por casi un año, a algún lugar en Asia haciendo sabrá Dios qué. Pero al mismo tiempo era difícil creer que alguna vez vivieron juntos.

    De hecho, Jimin sabía exactamente qué y a quién Taemin estaba haciendo- todos y cada hombre caliente que cruzara su camino.

    Bufando ruidosamente, Sancho se presionó contra la pierna de Jimin, y él se agachó para rascar detrás de la oreja del pug. “Lo sé. Tienes razón. Tengo que olvidarlo. Tengo una cita con el hombre más caliente que he conocido. No estoy exactamente seguro de qué vió en mí, pero a caballo regalado no se le ve el colmillo. Lo que sea que eso signifique. Cierto?”

    Sancho lamió su cara entusiasmado, y Jimin trató de mantener la baba de perro fuera de su suéter.

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    A las siete cincuenta y nueve, Jimin estaba parado afuera de Cava. Se arregló el cuello de la camisa, arrepintiéndose de su decisión de dejar la corbata en casa. De repente había una voz en su oído, y su corazón se saltó un latido.

    “Te vez lo suficientemente bueno para comer.”

    Jungkook caminó alrededor de él y tomó su muñeca, guiandolo adentro. La lúz de las velas tintineaba en los brillantes azulejos en las paredes, y la anfitriona los guió a una mesa de madera oscura en un rincón del restaurante.

    “Bonito lugar” Jimin comentó al tiempo que abría su menú. Bien hecho. Eso fue suave.

    “No tan bonito como lo sería en persona, pero cerca. Realmente deberías dejar de poner excusas e ir a Barcelona.”

    Jimin rió. “Si voy a ir. Cuando el tiempo sea correcto. Tengo un perro que no puedo abandonar.”

    “Tu hermana vive en la ciudad? No puede cuidar a tu perro si tu sales de viaje?”

    “Sí, Ahra está en Oakland, pero…”

    Jungkook sonrió misteriosamente. Él no había abierto su menú. “Pero qué? Tienes vacaciones, cierto?

    “Sí.” En realidad, tenía más de dos meses acumulados ya que no había tomado vacaciones en unos cuantos años. “Pero como dije hace rato, es difícil alejarse. La firma está muy ocupada.”

    “El trabajo siempre estará ahí.” Jungkook se encogió de hombros. “O alguien más lo hará. No deberías de preocuparte tanto.”

    La sonrisa de Jimin estaba apretada. “No estoy preocupado. Soy práctico.”

    Jungkook sacudió su cabeza. “Discúlpame. Estoy siendo molesto. Deberíamos ordenar vino?” La mesera apareció, y él se le quedó viendo. “Una botella de Mestre Mas Via para empezar. El cava.” Para Jimin, agregó, “Es por el que está nombrado el restaurante. Parece equivocado no pedirlo, no crees?”

    Jimin no podía evitar estar de acuerdo, y mientras tomaba sorbos del burbujeante vino unos minutos más tarde, su irritación de más temprano se derritió. Asintió mientras Jungkook ordenaba una selección de platos pequeños para compartir. “De dónde eres?”

    “De todos lados, realmente.”

    “Y qué es lo que te da tantas visiones liberales acerca de los beneficios de viajar?”

    La risa de Jungkook hizo eco a través de los mosaicos y azulejos. “Perdón por eso. Tengo que confesar que realmente no hago nada más que vivir de los intereses de algunas viejas inversiones. Entonces es bastante fácil para mí decirte que busques tu camino.”

    Mientras se terminaban el cava, los platillos llegaron, junto con una botella de Mencía rojo. Masticando un dátil enrollado en tocino, Jimin escucho contento a Jungkook contar una historia sobre las corridas de toros. Estaba placenteramente sonrojado por el alcohol, y la comida estaba deliciosa.

    La conversación fluía tan fácilmente como el vino. Para un hombre de menos de treinta años, Jungkook tenía gran experiencia e inteligencia. Aunque lo que más le agradaba a Jimin era la comodidad que sentía con Jungkook- las largas miradas cuando sus ojos se encontraban, sus dedos rozando juntos cuando iban por el mismo pedazo de pan. Sintió como que estaba comiendo más que Jungkook, pero Jungkook siempre parecía estar agarrando comida.

    Enganchando un pedazo de de atún escabechado con su tenedor, Jungkook miró a Jimin intensamente. “Bueno, cuéntame de él.”

    El estómago de Jimin dió una vuelta, el pacífico hechizo roto. “¿De quién?”

    “El hombre que rompió tu corazón.”

    El primer instinto de Jimin era negarlo, pero después de un momento cedió con un suspiro. “Taemin. Nos conocimos en el primer año de la universidad. Estuvimos juntos por doce años, y yo pensé que estaríamos juntos por siempre. Taemin pensó de otra manera. Resulta que teníamos ideas muy diferentes acerca de la monogamia.”

    “Te engañó.”

    Jimin ladró una risa. “Oh, si. Con… bueno, resulta que con prácticamente todos. Por años. Supongo que debería estar agradecido de que fue cuidadoso al respecto.”

    “Deberías estar agradecido de que te deshiciste de él. Mereces algo mejor.”

    “Tal vez.” Jimin se encogió de hombros. “¿Cómo sabes lo que merezco? Tal vez soy una terrible persona.”

    Jungkook sonrió suavemente. “No lo eres. Puedo verlo.”

    Él rió. “¿Pudiste verlo con tan solo verme en el DMV?”

    “Mmm-hmm. Pude ver muchas cosas.”

    “¿Como qué?”

    La voz de Jungkook bajó una octava. “No tienes idea de lo sexy que eres. Lo cual sólo te hace más sexy.”

    Sacudiendo su cabeza, Jimin rió de nuevo. “¿Yo? Por favor.”

    Jungkook no estaba riendo. Se hizo para adelante, ojos nublados. “Sí. Tú, Park Jimin.” Extendió su pierna por debajo de la mesa, deslizandola entre las rodillas de Jimin. “Lo único en lo que he podido pensar desde esta mañana es en conseguirte desnudo y probarte.”

    Polla moviéndose, Jimin tragó pesadamente y se lamió los labios.

    La mesera se materializó, sonrisa ancha. “¿Cómo vamos por aquí?”

    Jimin fue capaz de encontrar su voz, apenas. “La cuenta, por favor.”

Una probada de la medianoche. Jikook Adap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora