Regreso a casa

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    El llamado llegó, era Jotaro, preguntando como estaba Noriaki y que el lunes ya llegaría, después de todo el trabajo no era eso que precisaba una semana, fue algo sencillo pero por una cuestión de transporte se demoraría hasta el domingo en la noche o lunes por la mañana.

  Esa noticia alegro en cierta medida a Kakyoin, al cortar la llamada vio el rostro de Jouta, se notaba desanimado pero escondía esa emoción bajo su típica sonrisita terminando de comer su ramen.

-Mamá ¿Te pasó algo?- pregunto fingiendo que no le molestaba en lo más minímo haber oído eso.

-Sé que te molesto-

-¿El qué?...-

-El saber que tu padre llegará antes de tiempo- suspiro sintiendose algo culpable, agachando la mirando viendo que tendría que suspender lo que había planeado en la semana, sintiendo enseguida unas caricias hechas por los largos dedos de Jouta, quién sonreía con sus ojos color esmeralda.

-Comamos el postre y vayamos- menciono de manera pausada, notando como el camarero luego de un rato se acercaba con 3 postres un signo de interrogación apareció en las reacciones de Jouta ya que él no había pedido tantos, sólo uno.

-Caballeros, aqui les traemos lo que el joven pidió más dos que invita la casa- sonrió de manera apenada el joven- no suelen venir personas tan llamativas y atractivas como ustedes dos, especialmente como usted- dijo aquello pidiendo permiso y tomando la mano de Noriaki, depositando un beso en los nudillos de la mano de éste...

-¡Chermy Green!-

(...)

  Lo que ocurrió después de eso es fácil de explicar, Jouta, golpes, camarero y al hospital. Obviamente todo fue visto por los ojos de kakyoin que ahora pasaba a regañar a su hijo mientras mantenía su distancia con Hierophant, el alejarse era una forma de castigo que descubrió cuando el adolescente era pequeño, ya que los otros métodos implementados eran inútiles. Y ahora, a pesar de los años, seguía siendo increíble el efecto que tenía en el comportamiento del menor, ya que lograba que se amansara por completo.

-¡M-mamá!- dijo en voz alta con algo de desesperación recibiendo sólo silencio, intento usar a su stand pero al momento de tocar al stand del mayor sintió un pequeño empujón, señal de que no dejaría que se acerque hasta que asumiera que se confundió e hizo mal al actuar así, -¡L-lo siento! Ya me disculpe ¿¡Eso querías!?- dijo enfadado apretando su puño delante de su cara, notando como Hierophant desaparecía.

-Te dije que ese gesto de matón no me gusta, y te dije muchas veces que no me gusta que me grites- menciono seriamente dándose la vuelta, mientras dejaba ver bien claras aquellas cicatrices que atravesaban ambos ojos amatista, ya casi no eran visibles, pero se notaba que aún estaban, pero por alguna extraña razón le daban un toque más hermoso a su portador.

-M-madre...- se acercó lentamente abrazandolo, estrechandolo entre sus brazos, esperando que aquel gesto fuera correspondido, y sucedió, sintió las suaves manos en su espalda y cabello a la vez que le daba un tirón de orejas riendo dulcemente.

-Trata de no volver a repetir eso, igual me alegra que hayas sido tú y no Jotaro, ese hombre ya estaría en un cajón- se puso a pensar la situación y en realidad sería así, escucho un "lo prometo" de su hijo, sabiendo que aquello no iba a cumplirse, pero se comportaría mejor la última vez eso lo tenía asegurado, se alejaron del lugar y regresaron a casa.

(...)

  Ya en el lugar, abrieron la puerta no sin antes haber notado una presencia dentro, ambos con sus stands ingresaron encontrándose a Jotaro con su pulover arremangado mientras cocinaba algo en el horno.

-Llegaron temprano, bienvenidos- sonrió con su típica sonrisa de lado, la alegría no podía ser más grande en el rostro de kakyoin, mientras que Jouta sólo gruño sentándose en el sofá, pasando del hombre que lo miro con algo de desprecio.- mocoso se saluda a tus mayores-

-cállate viejo, estabamos bien sin ti- mencióno sin mirarlo revisando su celular, sintiendo que el aparato se le era retirado de las manos- ¡Oye!-

-¿Cumpliste todo al pie de la letra?- susurro viendo que Noriaki se había alejado un poco, recibiendo un pulgar arriba por parte de su único hijo, eso hizo sonreír a Jotaro mientras le acariciaba los cabellos.

-¿Ustedes dos que planearon?- detrás de ellos un Noriaki dudoso cruzado de brazos, esa actitud tan amigable era porque idearon una travesura que implicaba golpear a alguien, y Noriaki quería una explicación.

Tiempo juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora