Iglesia, apuestas y un buen trasero.
── ¡Aby, cariño! ¡Ven a comer! ── gritó la madre de Aberri desde la cocina. Éste al oír salió disparado de su habitación donde estaba jugando un juego en su celular. ── ¿Te lavaste las manos?
── Sí ── mintió. Y tomó asiento a la derecha de su padre. Enseguida llegaron sus dos hermanos, Silvia y Morgan. La primera era mayor que Morgan por casi dos años y menor que Aby cerca de tres años. Morgan como siempre; se sentó a un costado de su hermano. Ya toda la familia reunida, la abuela, su madre, sus dos hermanos y su papá empezaron a orar por los alimentos.
Mientras trataba de orar por sus alimentos Morgan le picaba con su dedo en la cintura, provocándole cosquillas. Agarró el dedo de su hermano y lo dobló con fuerza hacía atrás haciendo que emitiera un gemido de dolor ahogado. Aberri únicamente dijo "amén" cuando escuchó a su padre decir la misma palabra en voz alta dando por terminada la oración y se dispusieron a comer.
── ¿Y cómo te va en la escuela Silvia? ── preguntó la abuela, mirando fijamente a su hermana menor. La pobre se encogió en su silla muy levemente y tragó en seco. La abuela solía ser demasiado estricta con ella.
── Bien. ── Aby sabía que su hermana tenía problemas en la escuela, principalmente porque no entendía muchas cosas de allí. Estaba en tercero de secundaria y él aún se preguntaba por qué se le dificultaban las divisiones a su hermana.
── ¿Y tú Aby? ── cambió de tema José; el papá de Aberri.
── Bueno, bien también. Sólo que estoy cansado, me dejan mucha tarea.
── Ni se te ocurra querer faltar hoy a la iglesia, el martes faltaste porque tenías que ir a casa de esa tal Brenda a hacer tarea. ── interrumpió la madre de Aby, quitándole las palabras de la boca a su suegra.
── ¡Ash! Me quitaste las palabras ── habló la abuela empezándose a reír.
✟♥✟♥✟♥✟
Cuando el reloj marcó las cinco de la tarde se empezaron a alistar para ir a la iglesia. Ya con sus dieciséis años, casi diecisiete, Aberri ya había tenido dos celos. El primero había sido hace unos once meses, cuando le faltaba casi un mes para su cumpleaños número dieciséis. Ese día se dio cuenta que era un omega, asustado por la extraña sensación en su cuerpo fue con su madre a pedirle ayuda. Pero, su mamá era una beta, nunca había tratado un caso como ese. Fueron con la abuela que vivía en la casa vecina. Al verlo la anciana tomó del brazo al menor y lo encerró en una habitación, convenció a sus padres que los hombres omegas eran malos, unas abominaciones. Ellos hacia que los hombres sucumbieran ante la lujuria y cometieran pecado. José y Paulina, ambos decidieron junto a la abuela, encerrar a Aby durante sus días de celo. Que, por suerte del joven, el primero sólo duró unas cuantas horas.
El segundo fue un infierno. La abuela ya estaba preparada para la llegada de su nieto el omega. El celo duró tres días, en los cuales no fue a la escuela y sólo se la pasaba encerrado en la habitación aburrido. Durante esos tres días se la pasaba con su mamá leyendo la Biblia o tocando en el piano alguna melodía cristiana para el gusto de su abuela. Lo mandaban a bañar varias veces al día y hacían que orara por su pecado, «inducir a los hombres al pecado de la homosexualidad». Cuando acabó su celo lo dejaron salir del cuarto y le daban la libertad de seguir con su vida normal.
Y allí estaba él ahora. Enfrente de un espejo intentando acomodarse la bufanda gris a su cuello. Ninguna de las formas en que se la acomodaba le gustaba del todo. Su hermano en cambio se había puesto lo primero que encontró en el closet que compartían y se vistió. Aberri sintió un poco de envidia de su hermano, ya que se vestía sin importarle nada, claro pues tenía apenas doce años y no se preocupaba por otra cosa que no fueran los videojuegos. Pero él no. A él le gustaba un joven de la iglesia, se llamaba Danel: era alto y robusto, cuando lo conoció Danel tenía algo de panza, aunque ahora tuviera un poco se notaba que le chico se esforzaba por bajar de peso y controlarse. Los ojos eran de color café y su piel de color perla. Tenía piernas fuertes y vello en los brazos y en lo que se veía por su camiseta. Danel era el hijo menor del pastor de la iglesia a donde su familia se consagraba. Tocaba la batería y siempre se sentaba en la primera banca del lado de los varones. Aberri se sentaba en la antepenúltima junto con su padre y Morgan.
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SANTIFICADO (GAY)
General FictionOMEGAVERSE. Aberri va a la iglesia desde pequeño. Le gusta cantar allí. Aberri siente atracción por Danel. En un mundo en que hay alfas, betas y omegas Aberri tiene que evitar que Danel se consagre más a Dios y así poder estar con la persona que ama...