Capitulo 2. Galletas y té

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Castell miró durante un buen rato su reflejo en el enorme espejo de plata, tenía la misma mirada soñadora de su padre y la misma sonrisa tierna y alegre de su madre, los ojos azules como el cielo, eran de su abuelo materno, el rey de Kindor, un gran líder según el pueblo, ella no tuvo oportunidad de conocerlo.

Su única facción que no encajaba en la familia era su color de pelo, era un castaño casi rojizo, su largo cabello caía en ondas, no se consideraba hermosa como Cristal, pero no era fea, eso lo sabía.

Después de asegurarse de que estaba lista tomo la toalla y salió a su cuarto para encontrar un vestido color lila casi idéntico al de su madre, su madre, ahh cuando la hechaba de menos. Encima de la mesa de noche estaba una bandeja con un plato lleno de galletas con chispas de menta y su caliente té de limón a lado descansaba una nota

Querida Castell:

Se que tienes miedo de estar a cargo, por eso te he dejado un pequeño recuerdo de valentía en tu cama, esperando que te gusté tanto como a mamá, lo mandé arreglar para ti y mande hacer un par de pendientes a juego.

Cas se que estarás bien, eres fuerte y valiente, sólo no intenta terminarte todo el té del país.

Por favor alimenta y cuida de Presidente Miau estará solo.

Con Amor Cris

Cas apenas tuvo tiempo de sonreír cuando salió corriendo a probarse el vestido lila de su madre, era hermoso y delicado como lo recordaba y los pendientes eran hermosos y discretos.

Cas estaba terminando de arreglarse el pelo cuando alguien tocó, era Carami.

-Princesa ¿puedo pasar?

-Carmi pasa, adelante, mira lo que Cris me regaló.

-Castell te ves hermosa. Carami llevo las manos en forma de puños a su corazón y sollozó

-Si su madre las viera se sentirá tan orgullosa, oh dulce Cas cuantos has pasado en tu corta vida

Castell acurruco su rostro en el hombro de Carami

-No llores Carmi, soy feliz, te quiero Carmi, te quiero mucho

Por lo que Carami le había contado a Castell, su madre fue muy amiga de Carami de toda la vida, cuando la reina Adeline murió Carami se hizo cargo de las dos princesas como si fueran sus hijas.

Carami secó rápidamente sus lágrimas y le dijo a Castell:

-Cas tienes que bajar a hablar con el consejo acerca de unos tratados.

Castell asintió, la abrazó y salió rumbo al despacho de su padre que ahora era de Cristal y por este mes sería de Castell.

El primer ministro sonrió al verla y saludó:

-Princesa como siempre un gusto verle ¿podemos robarle un segundo de su tiempo? Necesitamos hablar acerca de los tratados que existen con Francia.

-Primer ministro, le suplicó que especifique cual de los doce tratados habla usted.

-Disculpe usted, habló del tratado de comercio.

-¿Que ocurre con el tratado señor Ministro?

-El rey de Francia se niega a bajar el costo de la venta de sus productos y se niega a subir nuestra comisión actual, que es del 2%

-¿Usted tiene alguna orden de la Reina Cristal acerca de esto?

-No, ninguna princesa

-Envié un escrito al rey, mencione que si nos permite subir la comisión actual, no insistiremos con que baje los precios.

-Como ordene princesa

El primer ministro hizo una pequeña reverencia y se marcho

Eso había sido fácil

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