La conocí cuándo éramos aún bebés.
Mi madre y padre trabajaban para el castillo, así que yo nací, crecí y viví allí. La gente del castillo éramos como una gran familia. Todos nos conocíamos y nos apoyábamos. Mi madre al ser una de las damas de compañía de la reina era allegada a ella, al parecer, mi madre, Carami y la reina fueron amigas desde pequeñas. Como dije, la gente del palacio éramos una familia.Castell nació el nueve de julio, tres meses después que yo, a pesar de que mi madre y la reina eran allegadas, mi madre prefirió que yo no interactuara mucho con la pequeña princesa. Pero fue un hermoso día mientras que paseaba por el jardín que encontré a la pequeña Cas envuelta en un mar de llanto. Me dolió en alma verla llorar, así que corrí lo más que pude para ir con ella.
-¿Qué le pasa princesa?- A pesar del momento yo tenía que referirme siempre a la familia real con solemnidad.
Ella entre pequeños hipidos y lágrimas me enseño su muñeca rota. A decir verdad la muñeca era horrible, pero a ella parecía importarle tanto que a mí me importo de igual modo.
-Oh, no se preocupe, usted debe tener centenares de ellas, ¿no?-Dije a modo de consuelo
Su carita triste se torno en una terrible mueca de berrinche y molestía.
-Tú no entienes, es más que una muñeca, es Mary, es mi única y mejor amiga, ¡no es igual a cualquier otra!- su rostro destellaba de enojo.Ella parecía tan ofendidad por ello que me sentí mal por mis palabras, digo, teníamos seis, ¿cómo se supone que sabría consolarla?
-Perdone princesa... Yo no quisé....- Mi disculpa fue interrumpida por su pregunta.
-¿Como te llamas?- Dijo con curiosidad y menos abatida.
-Humm, Leonardo, pero puedes decirme Leo.- Le extendí mi mano y ella la tomó mientras que con la otra limpiaba lo que quedaba de sus lágrimas.
-Me llamo Castell, pero dime Cas.- Dijo con una bella y encantadora sonrisa en su tierno rostro.
-Pero princesa..-
-No, princesa no, todos me dicen así, tú eres mi amigo, ¿o no?- Dijo con una pequeño puchero.
Me sonrojé con la última afirmación, la acababa de tratar y ella ya me consideraba su amigo.
-Claro, prince.... Cas- Dije con una sonrisa.
-Ven, déjame ver si podemos hacer algo por Mary.- Parecía que por un momento había olvidado a su preciada muñeca. Y a su mención su rostro se mostró afligido y me la extendió en brazos.
-Toma, Leo. Quizás tú sepas qué hacer- Inspeccioné a la fea muñeca como cualquier doctor lo haría con su paciente.
La miré de pies a cabeza, se había roto del brazo y se había manchado un poco.
-Quizás podamos salvarla, doctora Cas.- Dije en modo de juego, a ella pareció agradarle y me siguió la corriente.
-Corramos, doctor Leo, la paciente está muy mal.-Recuerdo que corrimos por todo el jardín mientras yo cargaba a la pequeña muñeca en brazos y con Cas atrás de mí.
Al final del día ella se despidió satisfecha por nuestra cirugía y por haber hecho un nuevo amigo en su jaula de oro.Esa tarde fue el inicio de mi eterno enamoramiento con Cas.
Después de eso, ella salía cada día a los jardines a jugar conmigo, aunque a veces ella quería jugar al té y yo a los soldados, estar con ella hacía mis días.