Estaba consciente de que era muy tarde pero Chuuya no tenía sueño.
Algunas noches, largas y oscuras noches, no podía dejar de lado ese sentimiento tan vacío que lo mantenía horas divagando entre su consciencia y otra forma oculta muy dentro de él que carecía de forma pero que se movía inquietante e incesantemente en un vaivén de furia e intranquilidad.
No lo dejaba tranquilo, pero tampoco era insoportable.
"Arahabaki" susurró cerrando los ojos.
Antes de que tuviera consciencia de su propia existencia a la corta edad de 7 años, Chuuya Nakahara no recordaba absolutamente nada.
Era un vacío, un hueco sin fondo.
Y ese vacío, durmiente la mayor parte del tiempo, se despertaba por momentos a recordarle su naturaleza bestial, dominante, destructiva. Como un volcán a inicios de erupción.
-¡ARGHHHH! - Chuuya se acomodó por centésima vez en las sábanas, todas revueltas por las constantes posiciones que había probado en ellas, sin éxito en conciliar un poquito el sueño.
Cansado, se levantó y dirigió al baño. Necesitaba un respiro.
Su reflejo en el espejo le devolvió la imagen de un muchacho buen mozo en sus catorce años, cabello rojizo casi anaranjado y ojos azules cristalinos, un poco llorosos por su estado inestable y sudoroso, con un leve temblor en sus extremidades.
Aunque sabía que no estaba bien, había estado peor.
En ocasiones su desesperación era tal que no bastaba con destruir las cosas a su alrededor a costa de patadas y puñetazos o cambiar de objetivo en pleno trabajo y lidiar con el mayor numero de enemigos posibles. Había llegado a lastimarse a sí mismo, arañándose la piel hasta sangrar, golpeándose contra y con lo disponible y arrancándose el cabello.
Y cuando despertaba de tal infierno tenía que lidiar con el dolor que dejaban aquellas sesiones.
Sin embargo, hoy era distinto.
Si bien podía claramente identificar a la bestia revolviéndose en su interior, esta vez no le pedía a gritos destrucción, más bien era algo... no lo sabía.
Era una necesidad de libertad.
Tomó su chaqueta y salió sin saber adónde. Esto requería de un respiro más profundo.
Las calles de Yokohama nunca estaban vacías, ni siquiera a esas horas, pero su tiempo en la ciudad le instruyó lo suficiente como para guiarse con comodidad. Conocía muchos lugares en los que podía pasar un rato sin molestias y especialmente esa noche, recordó uno que poco frecuentaba.
Caminó hasta divisar a lo lejos aquel puente, dudó unos segundos en si continuar su ruta o pasar de largo, pero se convenció a si mismo de que valía la pena intentar lo que sea para calmarse y así poder dormir un poco, aunque fuera en las calles.
A diferencia de otros puentes de la ciudad de Yokohama, éste, un poco más estrecho y más largo, tenía un estilo extrañamente occidental, con faroles victorianos de luz amarilla cada cierto tramo y barandas de metal negro que formaban raras espirales hasta el suelo. El pavimento, compuesto por piedras cuadradas, era totalmente liso y blanco con bancas del mismo color a ambos lados, entre las farolas. Como era un puente en forma de arco no se podía distinguir el otro lado cuando uno se paraba al inicio de éste y viceversa, razón por la cual, Chuuya sabía, era un lugar de intercambio de pagos entre grupos clandestinos de la ciudad, incluyendo a veces, aunque muy raramente, a la mafia.
Parado en uno de los extremos, Chuuya contemplaba las posibilidades de encontrar a alguien, probablemente indeseable, a lo largo del camino. Aunque estaba convencido de que podía lidiar por su cuenta con pandillas novatas y otros grupos, realmente no se encontraba de humor para pelear. Quería dormir, y lo más pronto posible.
-Arghh, será lo que sea - se dijo así mismo rascándose la nuca en señal de impaciencia.
Comenzó a avanzar a paso lento y seguro.
Pese a estar cerca de una zona comercial, el silencio en aquel momento era absoluto. Esto perturbó a Chuuya, pues su sistema de alarma interno, aquella furia inquieta, súbitamente había parado su berrinche cambiando a posición de ataque, acechando como la bestia que era. Avanzó un poco más, seguro de que ya estaría por la mitad.
Agudizó la mirada, "hay algo ahí" pensó.
Instintivamente llevó la mano a la parte posterior del pantalón, rozando el mango del cuchillo y adaptando su postura defensiva.
Se acercó poco a poco a la sombra que se movía en la penumbra.
Cuando estaba ya a una buena distancia observó, sorprendido, a un joven de apariencia lánguida, como de su edad, sentado en el suelo con lo que parecía ser una soga entre sus manos muy concentrado en hacer, lo que le pareció a Chuuya que era, un nudo.
Estático en su posición, decidió quedarse ahí observando cómo, con tal pasión, aquel muchacho se esforzaba en lograr las vueltas y vueltas perfectamente, sin levantar la cabeza en ningún momento y, supuso Chuuya, que ignoraba su presencia.
Después de lo que parecieron horas para Chuuya, vio como ese ser extraño se levantaba con una sonrisa en el rostro, mirando complacido su trabajo.
-Espera un momento... ¿eso... no es? - Frunciendo el ceño con extrañeza, Chuuya identificó un nudo de ahorcamiento.
Sin dejar de sonreír, el muchacho colocó la soga alrededor de su cuello y luego tomó el otro extremo para atarlo rápidamente a la barandilla de metal, jalándolo para comprobar su firmeza.
Ante la mirada atónita de Chuuya, ese ser se subió a la barandilla con facilidad. Una vez arriba abrió los brazos y dio un largo suspiro, todo sin dejar de sonreír.
-Oye...¡no irá a...! - El joven se dejó caer suavemente hacia el vacío, haciendo que Chuuya reaccionara y corriera.
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Doble negro / Soukoku
FanfictionLa vida en la mafia es macabramente triste, asi que, por que no divertirse?