Capítulo O2

86 8 0
                                    

¿Cómo me contactaste? —preguntó mientras yo caminaba al centro de la habitación.

— Un... amigo me dio tu número. —no consideré buena idea decirle la verdad.

— ¿Te explicó las reglas? —dijo con un tono de solemnidad.

— No... sólo me dijo la clave. —respondí volteándome y encarándolo.

— Bien. Regla número uno, no nombres, no me dirás el tuyo ni yo el mío; regla número dos, no preguntas personales, nada que pueda dar indicios de quiénes somos en realidad, ¿entendido?

— Sí. No nombres, no preguntas personales. repetí como si fuera un alumno.

Se acercó a mí, mi corazón se agitó más de lo que ya estaba, me quitó el saco y comenzó a acariciarme un brazo con el dorso de su mano, como acto reflejo cerré los ojos. Sentí cómo acariciaba el otro brazo con la yema de sus dedos. Lo próximo que sentí fueron sus tibios labios recorriendo mi cuello mientras me sujetaba por la cintura. Yo subí mis manos por su pecho y lo abracé por el cuello. Estaba perdiéndome en sus caricias; ¿cómo era posible que un desconocido estuviera emocionándome de esa manera?

Deslizó sus manos por mi pecho y comenzó a desabotonar la camisa que llevaba puesta mientras sus labios subían por mi mentón hasta llegar a los míos. Me besó despacio y suavemente; yo correspondí un tanto frenético, me estaban matando sus caricias y había deseado, como nunca antes, sentir su boca unida a la mía. Retiré su saco y lo tiré en el suelo, él comenzó a quitarme la camisa para proceder a hacer lo mismo con mis jeans mientras yo apenas desabotonaba su camisa sin dejar de besarnos. Los jeans cayeron al suelo y levanté los pies para librarme de ellos y aventarlos al igual que la camisa de la cual él era portador.

Entonces, él besó uno de mis hombros mientras sus manos merodeaban por mi espalda y las mías se encontraban en su cabello. Subió por mi cuello con besos cortos hasta volver a besarme en los labios y me dirigió hacia la cama, me tendió en ella y se colocó encima de mí, fue besando mi cuello nuevamente y siguió bajando por entre mis ligeramente marcados pectorales, continuó hacia mi ombligo y sentí cómo sus manos me quitaban la única prenda que me quedaba. Apreté el edredón y un fuerte gemido se me escapó, que, incluso me sorprendió; yo era del tipo silencioso en esas cuestiones, pero sus caricias me estaban enloqueciendo. De pronto sentí una fuerte corriente eléctrica recorriendo cada minúscula parte de mi cuerpo, estaba llegando al clímax, otro sonido salió de mi boca y apreté más la colcha.

Mi respiración y mi pulso estaban a mil y trataba de controlarlos. Vi cómo él se levantaba y terminaba de desnudarse, de su pantalón sacó un preservativo, le retiró la envoltura y se lo puso. Al subirse a la cama acarició mis piernas con sus manos hasta llegar a la cadera, me acarició y no sé qué botón encendió, pero sentí una fuerte necesidad de tenerlo conmigo, así que le dí paso a mí. Me aferré a su espalda mientras él se movía constantemente besando alternadamente mi cuerpo. Jadeaba, pero a decir verdad, lo que salía de mi boca era lo que inundaba la habitación, jamás había sentido lo que ahora estaba experimentando. Comenzó a acelerarse mientras se apoyaba con ambas manos sobre la cama, pude ver completamente su rostro retorcido, mis manos por su espalda mientras en mi ser, por alguna razón, me sentía feliz. Sus movimientos se volvieron frenéticos y de pronto me envolvió una sensación totalmente desconocida y nueva para mí, era el éxtasis total, creo que hasta luces de colores pude ver. Se dejó caer rendido sobre mí, estábamos completamente empapados. Cuando controló un poco su respiración, se acostó a mi lado, nos quedamos en silencio unos minutos, yo trataba de recobrar el aliento y el sentido de las cosas, entonces él se levantó de la cama.

— ¿Te vas ya? —pregunté casi con pánico.

— Sí. —se dirigió al baño—. Pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada. —agregó.

— Espera... tú... —no supe cómo formular la pregunta para que no sonara personal.

— Regla número tres: no lazos afectivos. —dijo y entró al baño.

¿Así que eso era todo? ¿Sexo casual entre dos extraños, sin compromisos de ninguna índole, sin explicaciones ni interrogantes? Sonaba sencillo y simple. Suspiré. Sin duda alguna, era el mejor cumpleaños de toda mi vida. Sonriente e... ¿ilusionado? abracé la almohada y me quedé profundamente dormido.

❝Ardiente tentación❞ | Jikook Adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora