Capítulo O3

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La incesante alarma de mi celular me despertó, abrí los ojos y por un instante me sorprendí al ver que no estaba en mi recámara, entonces recordé lo que había sucedido la noche anterior y no pude evitar reírme como un niño después de haber hecho una gran travesura. Me levanté y no había ningún rastro de él; ni siquiera una nota "regla número tres: no lazos afectivos", recordé que lo había dicho muy claramente, así que recogí mi ropa, me vestí y salí de la habitación, esperaba poder llegar a tiempo a la oficina. Al dar un paso fuera del hotel sentí el aire fresco de la mañana, pero extrañamente lo sentí diferente esta vez, hasta cerré los ojos unos segundos para disfrutarlo. Algo había cambiado en mí después de esa noche.

Eran las nueve y media cuando entré a la oficina, era la primera vez que llegaba tarde en el año que tenía trabajando ahí. De inmediato vi el enorme arreglo floral que estaba sobre mi escritorio y que dejaba muy por debajo el ramo de rosas que recibí ayer, se me aceleró el corazón tan solo en pensar de quién podrían ser. En cuanto Jin me vio entrar me siguió corriendo y cerró la puerta tras de sí mientras yo tomaba la nota que tenía el arreglo.

"Mi amor, en verdad perdóname por no haber podido estar contigo ayer, pero te prometo que festejaremos tu cumpleaños. Aún no sé exactamente cuándo, pero considéralo un hecho. Con todo mi amor, Yoongi."

Claro, ¿quién más podría enviarme flores que no fuera mi novio? No sé cómo pude pensar por unos instantes que había sido el desconocido de anoche; "no nombres, nada que pueda dar un indicio de quiénes somos en realidad", recordé las reglas y tenía que hacerlo a menudo si quería que eso siguiera funcionando, pero, ¿qué estaba pensando?, ¿acaso iba a volver a llamarlo? Sonreí y sacudí la cabeza tratando de disipar esas ideas que me rondaban.

— A ver, amigo, cuéntamelo todo, con lujo de detalles. Sabes que soy un morboso. —exclamó SeokJin ansioso, oliendo las flores.

— ¿Qué quieres que te cuente? —pregunté rodeando el escritorio para sentarme en la silla frente a él.

— ¡Dios!, ¿y todavía lo preguntas? Llegas media hora tarde, te llega este hermosísimo arreglo floral y además traes un brillo en los ojos y una sonrisa en la cara que jamás te había visto. La celebración de tu cumpleaños debió ser memorable, Yoongi debió lucirse y recompensarte en grande, así que quiero los detalles ahora mismo. —dijo más emocionado y se sentó recargando su cabeza en ambas manos mientras me miraba atentamente.

Y, sin saber, mi amiga le había atinado perfectamente a la descripción de la celebración, realmente había sido memorable, pero ignoraba que Yoongi no tuvo nada que ver con ello. Jin, además de ser mi compañero de trabajo, era mi mejor amigo. A los pocos días de conocerme me contó cómo había huído la madre de su hija después de dar a luz, y, de ahí una gran confianza surgió entre los dos; pero a pesar de eso dudé si era buena idea compartirle lo que había hecho en mi cumpleaños. Él sentía gran simpatía por Yoongi y me decía que éramos la pareja perfecta. No, definitivamente aquella aventura era mejor mantenerla en secreto.

— Pues temo desilusionarte, porque no hubo tal celebración. El arreglo se debe a que, precisamente, Yoongi no pudo llegar para llevarme a cenar.

— Él siempre tan detallista. —dijo sacando una orquídea del arreglo.

— Bueno, de alguna manera intenta recompensar el poco tiempo que pasa a mi lado.

— Sabes que si trabaja tanto es para tener un patrimonio seguro, y en algún futuro casarse contigo y darte todo lo que mereces.

— Eso lo sé muy bien. No tienes que convencerme de que es el novio perfecto, sé que lo es, y por eso lo amo y acepto que trabaje tanto; para poder estar juntos algún día y para siempre.

— Sí... pero, no luces nada enfadado porque tu novio te dejó plantado justo el día de tu cumpleaños, por el contrario luces radiante, ¿qué fue lo que hiciste anoche?

— Nada, sólo ver televisión y terminarme yo solo media botella de vodka. —en ese momento recordé lo perceptivo que es mi amigo y lo malo que soy para las mentiras.

— Sí, claro, y yo rezo el rosario todas las tardes llegando al trabajo. Eso ni tú te lo creíste.

— Te juro que así fue, sabes que no tengo amigos más que tú y Hoseok, y que jamás iría solo a algún lado que no fuera el supermercado.

— Es que de verdad te ves distinto. Hay algo diferente en tus ojos.

— Sólo un año más de edad, y ya déjame ver qué pendientes tengo antes de que venga el jefe y nos regañe. —dije encendiendo la computadora.

— Está bien, pero te aclaro que no me convenció tu argumento. Algo te traes y me lo tendrás que decir tarde o temprano.

— Bien, fui y me acosté con un completo desconocido, ¿satisfecho?

— Ay, Jungkook, tampoco te tienes que ir al otro extremo. —dijo entre risas—. Ambos sabemos que no harías una cosa así. —salió y cerró la puerta.

Y tenía razón. Por algo me llamaba "el siempre correcto Vignatti". No supe qué me había pasado la noche anterior, que había faltado a todos mis principios y valores, pero al recordar sus caricias y sus besos eran razón suficiente para olvidarse hasta de la cordura, incluso de mi propio nombre.

❝Ardiente tentación❞ | Jikook Adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora