Donde Park JiMin, un esplendoroso y amable vendedor, roba las flores de el Jardín de Jeon Jeongguk, el rey de las tinieblas, el cual siempre observaba al joven desde la distancia, cayendo profundamente enamorado de el jovencito.
Pero no la tendrán f...
La noche había pasado rápidamente, sin duda el evento ocurrido hace bastante tiempo lo dejo de alguna forma pensativo, lo cual era muy extraño. Estaba bastante ansioso o curioso por conocer a el terrible y atemorizante demonio que conoció hace un día.
Por que cada parte de el ser lo llamaban y le pedía a gritos que no dejara de hablarle, sin duda el no se opondría ni un poquito. Suspiro levemente, se separo de su cama con una enorme sonrisa, pero soltó un suave chillido al sentir algo caer bruscamente sobre su pecho.
-¡Petunia, que susto!-. Soltó con fuerza mientras tomaba a su pequeña entre manos y le brindaba varias caricias sobre su afelpado lomo, la cual ronroneo con entusiasmo al sentir los tiernos mimos de su amo.
Sonrió aun más, su visión se iba minimizando, odiaba cuando eso pasaba.
Dejo de lado a su pequeña con total cuidado sobre su cama, debía cumplir una promesa... Por lo que con la mejor ropa que tenía (Casualmente su favorita) se vistió, colocando con tranquilidad las prendas antes mencionadas.
Bajo con rapidez de su cuarto completamente aseado, amaba la limpieza, verse limpio y bonito era sin duda algo que le gustaba de sí mismo, ya que muchos aseguraban eso y le hacían sentir de una linda forma. Comenzó a preparar algo básico para desayunar, no sin antes darle de comer a su pequeña, un Bowl con algo de pollo y uno extra el cual contenía agua.
¿Qué estaría haciendo el demonio?
Era terriblemente misterioso así que seguramente estaría haciendo cosas mágicas o mal diciendo a cientos de pecadores.
Río levemente al analizar mejor sus pensamientos, parecía un tremendo obsesivo cuando se trataba de el demonio (Y eso que hace poco se habían visto, vaya que eso era inusual.)
Término de comer en menos de unos minutos, recogió sus trastos para pasarlos con tranquilidad a el lugar donde usualmente los lavaba, eso haría justamente antes de ir se, hasta que diviso las flores que había cortado de el jardín de el demonio.
Vaya suerte tenía, dos en uno...
Sonrió para tomarlas con suavidad, se despidió de su mascota, ordeno todo como usualmente lo hacia, para finalmente partir de su hogar en dirección a el pequeño pueblo.
¿Funcionaria?.
Solo el tiempo lo diría.
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Gruño con fuerza al escuchar la gran risotada que Yugyuom soltaba, vaya sujeto, no sabia como aun no lo había matado.
-¡Callate por una vez en tú vida!- Grito totalmente frustrado al sentir como sus mejillas se calentaban levemente, ¿Por qué al menos lo tenia aquí?, debían darle un premio por aguantar tanto.
