Thomas Jefferson.
Me dirigía a una gran casa, ubicada a las afueras de la ciudad, el clima era frío y había niebla. Ese día tenía una gran entrevista de trabajo con el señor y la señora Washington, según su anuncio, buscaban a alguien para cuidar a su único hijo; por alguna extraña razón, mayoría de los o mejor dicho las aspirantes, terminaban retirándose después de la entrevista.
Cuando llegué a la casa, una joven sirvienta me abrió la puerta para permitirme el paso a aquel hogar.Cuando entré, el ambiente pasó de tenso a uno más calmado, la casa, en sí, era grande y cálida, se sentía un Aura familiar. Además por el pasillo de camino al salón y la sala había muchas fotos familiares, Un niño, una mujer joven y claro, los señores Washington, cuando observé al niño sentí ternura, sus ojos chocolates parecían brillar en la fotografía, sus cabellos azabache, con la luz del sol, parecían cafés y claro, la tierna sonrisa de felicidad que parecía iluminar su rostro y ese tono, ese tono de piel. ¿Moreno claro o Trigueño?, la foto, a su vez era poco legible en esto último.
—Señor Jefferson—oí pasos y una voz grave acercándose, era el Señor Washington y volteé —Según su carta de recomendación, tiene experiencia médica...—hizo una pausa y me miró expectante por respuesta —Si señor —hablé firme —Solo necesito que me responda una cosa—¿Por qué quiere este trabajo?—pregunto a lo que prontamente respondí —Porque mi trabajo es ayudar a las personas, para eso estudié medicina —él sonrió y se sentó en el sillón, imite la acción sentándome en la silla frente a ese sillón — ¿Qué especialidad estudió? — cuestionó observando unas hojas de papel en sus manos —Cirugía General y un post grado en Cardiología —Me observó sorprendido— ¿Por qué alguien que estudió dichas especialidades querría trabajar cuidando a un niño? —por un momento me puse nervioso — Pues, quería trabajar en algo un poco menos relacionado a la realización de algún proceso quirúrgico, ya sabe, volver a lo básico —respondí objeción haciéndome ver serio.
La verdad, es que, no estoy aquí por esa razón, sólo mencionaré que es algo relacionado a salvar la vida de un paciente que hubiera podido morir de no haber roto las reglas del hospital.
— Entiendo —soltó —Bueno— acto seguido se levantó —Felicidades —me sonrió — ¿Por qué? — pregunté confundido por su actitud — Tiene el trabajo, inicia el lunes — estrechó mi mano y acto seguido se fue.
— Entonces.Ya tienes empleo —dijo Madison mirándome fijamente, tratando de encontrar algún problema en ello —¿Por qué me ves cómo si no esperabas que lo lograra?— levantó una ceja y se rió — Bueno, cada vez qué haces una entrevista de trabajo y se enteran del accidente del hospital te rechazan enseguida —solamente lo observe y gire mis ojos —Comenzaré la próxima semana —sonreí— Es un niño, ¿Qué podría salir mal?—.
Narrador Omnisciente.
—Alexander —soltó Washington tocándole el hombro al joven —El lunes llegará alguien a cuidarte cuando nosotros no estemos —sonrió a lo que fue correspondido con un abrazo — Gracias por entender — sin omisión el abrazo fue correspondido.Al separarse, el joven volvió a sentarse en la silla observando el enorme ventanal frente a él, las gotas de lluvia contrastaban perfectamente con el clima templado y frío, y la profundidad de estas era bellísima, en un momento Martha bajó encontrándose con su esposo e "hijo", quietos, observando la belleza de las pequeñas gotitas.
Sonrió al observar tal escena, y rompió el cómodo silencio que inundaba en ella — ¿Saben? —captó la atención de ambos —Es hora de cenar—acto seguido se fue, seguida de su esposo e hijo abriéndose paso subiendo por las escaleras, llegando a un pequeño comedor- podía ser que los Washington tuvieran una gran fortuna, pero creen en la unión familiar-.
Se pasaron todo el tiempo hablándole a Alexander y preguntándole acerca de su día, este respondiendo a las cuestiones escribiendo en su pequeño pizarrón blanco con un marcador verde. Sonrió.
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Mute Love || Jamilton
FanfictionAlexander, desde pequeño, es mudo y Thomas, necesitado de trabajo, no tiene de otra que cuidar de dicho isleño-con el cual se termina encariñando- tras demasiados sucesos caen en cuentas de que están enamorados.