Por un día tan de Mierd... ¿Perfecto?

0 0 0
                                    

Dejé todas mis cosas en mi casillero y comenzaba a sacar las que usaría en la clase que tocaría ahora. Estaba un tanto nervioso porque era Literatura Contemporánea y lo peor era que no había faltado.

Siento como mis manos se tensaban y tenía ese nervios porque posiblemente él sí hubiera escuchado lo de ayer, ¿o posiblemente no? Entonces cerré mi casillero y puse mi mochila en mi hombro luego de haber guardado lo que usaría en la clase, tomando un suspiro hondo y observando como Melany venía hasta a mí con un poco de asombro y se acercaba para ponerse enfrente mío.

-¿Es cierto lo de ayer?- Cuestionó en voz baja mientras miraba a su alrededor a lo cual asiento apenado.

-Totalmente cierto y él volteó-. Dije en voz baja y ella parecía que quería gritar, entonces le tapo la boca enseguida y de ahí niego con mi cabeza esperando a que entendiese mi señal. -Si comienzas a gritar por lo sucedido, todos sabrán ahora que me gusta-. Y ella con el ceño fruncido aceptó y lentamente comenzaba a quitar mi mano de su boca.

-Perdón, me pone nerviosa saber que él escuchó tus pensamientos altos-.

-Lo sé, pero ahora estoy nervioso porque me toca literatura y es con él. Temo porque se acuerde o me moleste con ello a tal punto de que deje de gustarme-. Y el mismo timbre resonó que hizo un escalofríos recorrer por mi cuerpo y sentir una tensión tan fuerte en mis extremidades.

-Tranquilo-. Me miró con una sonrisa y de ahí tomaba mi muñeca para jalarme hasta el aula de clases.

Entonces llegamos al destino, yo me quedé inmóvil en la entrada cuando lo miré que estaba allí adentro. -No, no hagas que entre-. Negué

-Tienes que en algún momento lidiar con su presencia-. Acto seguido mi amiga me empujaba con fuerza que eso logró que chocase con una banca y callera al suelo boca abajo. -Algo es algo-. Se encoge de hombros y de ahí se aleja de mi salón para seguir su camino hasta el suyo.

-Gracias-. Dije en voz baja, los demás se reían de mí por ello. Entonces miré una mano que estirada enfrente mío, subí mi rostro y pude observar a ese mismo chico que trataba de evitar estrechando su mano. Samuel.

Me había sonrojado un poco y tomé su mano para levantarme con su ayuda y así después soltar su mano con rapidez manteniendo la cabeza gacha por el rubor que se ocasionó y así entonces me fui hasta mi lugar sin verlo más y me senté de inmediato estampando mi rostro contra mi silla sin querer subir mi cabeza y verlo. Él se sentaba enfrente mío.

-¿Te encuentras bien?- Y su voz se escuchó enfrente mío que subo lentamente mi rostro dejando a la vista mis ojos únicamente, observando así como me miraba un tanto curioso.

-E-estoy bien. Gr-gracias-. Y bajo de inmediato mi rostro como había estado segundos antes y sentí aún más el rubor.

-¿Seguro?-

-Completamente-. Y entonces dejaba mi mochila en el piso mientras sacaba mis cosas. Pero algo pasó que mi lapicera había soltado todas mis plumas al suelo que luego maldecí.

-Permíteme ayudar....-

-¡No!- Eleve mi voz y me bajo de mi asiento para agacharme y recoger mis cosas. -Y-yo puedo-. Dije aún más con rubor, pero tal parece que no me escuchó que acto seguido se agachó igualmente y comenzaba a ayudarme con mis plumas que las dejaba dentro de la lapicera. -No hacia falta que me ayuda...- Y lo miré, él me miraba con una suave sonrisa a medias dejando las plumas que ahora eran pocas en mi lapicera.

-Perdón por ser algo noble. Pero no quería que recogieras esto tú solo-. Y me otorgó mi lapicera en mis manos soltando una suave risa.

-¿D-de qué te ríes?- Dije nervioso.

-De tu rubor color rojo vivo que ahora se te hizo-. Y entonces cuando me quería levantar rápido, me pegué con la mesa en mi cabeza y me queje. -¿Estás bien?-

-Completamente bien. Deja de cuestionar tanto-. Y me paré del suelo para luego sentarme en mi banca sobandome el golpe en mi cráneo.

-Vale... Entonces ¿No te molesto más?- Se sentó en su silla y yo asiento seguidas veces.

-Por favor.- Suspiro y de ahí el chico asiente imitando mi acción y se daba la vuelta para mirar enfrente.

-Antes de que deje de hablarte. Te invito a una fiesta este sábado en mi casa. Todos irán y pues me agradaría que fueses-. Entonces se dio nuevamente la vuelta y me dejó en mi mesa una nota rosada. -Es mi número por si deseas enviarme un mensaje acerca de la fiesta-. Y así después se dio la vuelta y la profesora entró segundos después. Yo cheque la nota rosada y la tomaba para revisar el número y su nombre que tenía a un costado una carita feliz con un espero y vayas Félix.

Yo me sonroje y guardé la nota en mi bolsillo de mi pantalón. Por primera vez iría a una de sus fiestas de Samuel.

Punto y aparte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora