01 | Satisfied

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[Satisfecha]

|Le Belle Province; Canadá|

El frío viento del invierno chocaba en el rostro de la castaña, quien maldijo a su alarma por no despertarla a la hora que debía. Su cabello que ahora le llegaba a media espalda le hacía demasiado estorbo a medida que corría.

Iba a llegar quince minutos tarde, de nuevo.

—Se me olvidó el gorro.—se frustró mientras corría hacia el elevador de la revista Le Mode.— joder, mi estúpida alarma no sonó.— iba maldiciendo en su perfecto francés, no olvidaría su lenguaje natal a pesar de 5 años de no estar en aquel país que aunque fue su hogar, también fue un factor estresante en su vida amorosa.

Talló sus manos en busca de calor, miró su reloj de mano.

7:52 am.

Tenía un día demasiado ajetreado, y ya iba tarde. Sus actividades comenzaban a las 8:00 am. Deseaba que existieran los super poderes, así tendría la teles transportación, maldición, ¿Por qué las calles era tan largas? ¿Por qué sus pulmones eran tan inútiles que no aguantaban media corrida?

Olvidó su gorro de lana, su bufanda y su teléfono. ¿Qué podía ser peor que eso?.

Exacto, nada.

En pleno marzo cuando el invierno que Le Belle Province sufría, y a ella se le ocurre sin salir con esas cosas. Al menos su cabello largo le servía de bufanda natural ante el frío devastador, estaba segura que ni siquiera se maquilló, pero vamos, las cosas en su trabajo la mantenían ocupada y apenas tenía tiempo para ella, no era ambición o deseo del dinero, que va, el dinero iba para su madre, pero descubrió su pasión y disfrutaba de lo que hacía.

Subió al décimo quinto piso, y sin perder tiempo corrió hacia su oficina.

—¡Buenos días a todos!.— saludó en plena corrida. Jamás olvidaría las reprimendas de su madre por no saludar con cortesía al entrar y despedirse al salir, que su madre crió a una educada joven, aunque fuese jefa.

Todos le saludaban a medida que seguía con su corrida.

—Buenos días, señorita Johnson.— saludó Arlette Simons; su secretaria.

A pesar de la mirada desaprobatoria que lanzó la castaña hacia la pelirroja, no perdió tiempo y prendió su Laptop para darle los últimos toques a su presentación. Anoche le tomó tiempo demás seleccionar la paleta de colores adecuada para la ocasión, que dejó todo a medias y ni siquiera se dio cuenta que se había dormido sentada en el suelo de su apartamento. Ugh.

—Ya te dije que me llames __________.— dijo la castaña risueña, la otra le sonrió apenada.— si seguimos así te pondré de tarea que escribas mi nombre 25 veces.— le bromeó dejando pasar su maldita mañana y empezando con su trabajo real.

—La costumbre.— sonrió penosa.— le recuerdo que en menos de dos minutos comienza la reunión con el equipo de fotografía para el siguiente número de moda.— habló la pelirroja con su tableta en mano.

—Demonios...— susurró la oji-café. La otra chica rió con más fuerza, sin duda el dialecto francés puro de su jefa le causaba gracia pues aunque en Le Belle Province hablasen francés, se notaba el contraste entre ambas.

—Gracias, Arlette.— dijo parándose y tomando su libreta de fotos caminó hacia la pelirroja de ojos azules. Bien, al menos había terminado el pendiente de las fotos y tomo la nota necesaria para seguir con su labor.

—Es mi trabajo.— le sonrió.— por cierto, ya le dejé un mokaccino y ropa extra de invierno en el estudio.

No pudo evitar abrazarle. Realmente su secretaria era increíble, eficiente y muy buena amiga.

A Real Agreste | Adrien AgresteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora