Paraíso

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   Sus ojos están levemente oscurecidos, la mira allí acostada y todos los recuerdos se presentan como flashes ante su mente, sin que él les dé permiso.

   Oliver se encuentra sentado a un lado de ella, en un estrecho sofá, observándola. Su pierna sube y baja constantemente, en un claro signo de nerviosismo e intranquilidad. Verla de esa manera le genera un sinfín de sentimientos que ni él podría explicar; angustia, cariño, tristeza. Un revoltijo se instala en la boca de su estómago, y la cabeza le da vueltas, siente que le va a explotar en cualquier momento. Entonces recuerda. Lo recuerda todo, desde que se cruzaron por primera vez, hace dos años ya, hasta el presente. Ese cruel y miserable, que le está por arrebatar  su tesoro más preciado. 

   Mira por la ventana, el azul de sus ojos se intensifica aún más. En su pupila se reflejan los edificios de la ciudad y el nublado cielo. Una tormenta se avecina, él lo sabe, y no solo en el exterior, sino en su corazón.

   Unas horas más tarde, exhausto de estar en aquella habitación blanca y sin vida, decide ir por un café, tal vez lo despierte un poco, aunque lo duda.

   Mil cosas atraviesan su mente mientras está sentado en una mesa que da al ventanal. Un latte de chocolate humeante reposa frente a él. El bar es bastante acogedor; una radio sonando de fondo, la calefacción suave, perfecta para esa época de otoño en la que el invierno comienza a reclamar su turno. La gente alegre, riendo y tomando sus respectivas bebidas. Todo parecía igual que siempre para él, excepto una cosa; ella no estaba allí con aquella enorme sonrisa y sus ojos cafés profundos. Sentía que iba a llorar en cualquier momento, pero no, él era fuerte.

   Conecta los auriculares al celular y se los coloca. Le da a play y cierra los ojos, inhalando profundamente, tratando de retener el aire el mayor tiempo posible, hasta que lo suelta, relajando todos sus músculos. La letra de Paradise se cuela por sus oídos, llegando hasta lo más profundo de su ser. Era la canción favorita de Catalina, ella se lo recordaba cada vez que podía, solía decir: "esa canción me identifica, porque desde pequeña, cada vez que cierro los ojos, imagino el paraíso". Los violines le erizan la piel, es en estos momentos, cuando vuelve a sentirse débil. Entonces recuerda.

   Marzo de 2015, su último año escolar, un año más de tortura, o eso creía él. Un Oliver de 17 años camina a paso lento a su salón cuando ve a una chica, su pelo era negro azabache y sus ojos cafés, pero no era cualquier café, era una muy profundo, casi llegando negro, hacían  juego con su cabellera. Nunca antes la había visto, le pareció extraño, ya que él, por más asocial que fuese, conocía a todo el colegio, esto no quiere decir que les hablaría, claro que no.

   Él era un chico bastante reservado, acababa de salir de un gran problema con las drogas, la rehabilitación le ayudo bastante, si bien pasó todas las vacaciones sin ver la luz del sol, logró recuperarse, y eso es lo que cuenta.

   Abril de 2015, sorpresivamente se hizo amigo de la chica nueva, Catalina, alias morocha. Eran buenos amigos, y todos estaban sorprendidos de la velocidad con la que habían entablado lazos.

   Julio de 2015, Catalina fue a su casa por 1 semana a vacacionar. Los padres de Oliver no podían estar más felices de saber que su hijo trajo a una chica a casa. Por otro lado, él estaba feliz, sentía cada vez más afinidad por esa morocha, tanta, que al quinto día de esas minivacaciones, aceptó que le gustaba, al sexto se lo dijo, y al séptimo, luego de risas y música, ella le declaró que correspondía sus sentimientos.

   Agosto de 2015, el martes 18 de Agosto, para ser más precisos, Catalina le pidió a Oliver que salieran, fue extraño. Ella se sentó en frente de él, en aquel bar al que siempre frecuentaban, extendió su mano y le entregó una pulsera tejida a macramé, con siete letras escritas en perlas; P-A-R-A-Í-S-O. Otra reposaba en su muñeca, solo que esta era blanca, y la de Oliver, negra. Él no entendía a qué venía el regalo, no fue hasta más tarde que se dio cuenta cuando Catalina le pidió que fuese su novio. Su corazón dio un vuelco y no pudo hacer más que abrasarla y asentir con la cabeza, entonces ella susurró algo en su oído que lo paralizó; "vos sos mi paraíso".

   Diciembre de 2015, tomaron caminos separados, ella se anotó en la Universidad Nacional de Córdoba, para estudiar Medicina. El optó por la Universidad Tecnológica, ingeniería química fue la carrera en la que se anotó. Esto no quiere decir que se separaran, no, todo lo contrario, la relación se mantuvo más sólida que nunca.

   Febrero de 2017, Catalina ha estado actuando raro la última semana; unas enormes ojeras aparecieron bajo sus ojos, se veía ligeramente más delgada, y fingía casi todas las sonrisas que le daba a los demás. La preocupación lo invadió y trató de averiguar que pasaba de todas las formas posibles, pero ella no cooperaba. Fue el punto culminante cuando le dijo que no quería verlo más. Sintió como alguien agarraba su corazón y lo estrujaba. Pero no, él no lo iba a dejar así. Cuando fue a la casa de Catalina para ver qué pasaba, se llevó una no muy grata sorpresa. Los padres, quienes ya lo conocían, le comunicaron que ella estaba internada en el Hospital de Córdoba; había intentado suicidarse. Ellos le explicaron que en estos últimos meses estuvo frecuentando un psiquiatra, también tomaba medicamento, y realizaba tratamientos. Él, sin poder creerlo, descubrió un pasado muy oscuro, del cual no estaba enterado. Un pasado que nunca creyó que alguien así pudiese tener; desórdenes alimenticios, bullying, soledad. Ahora comprendió por qué había llegado justo en el último año de secundario. No cualquiera se cambia en sexto año.

   Entró a su habitación y vio la pared escrita con pintura negra, se leía: "paraíso". Alrededor pequeñas partes de la canción como; Así que ella se fugó en sueños, y soñaba con el paraíso, cada lágrima es una catarata  o En la tormentosa noche, cerraba los ojos y volaba lejos. En una esquina, había alrededor de 20 fotos, todas de ellos dos. Debajo de estas se leía una pequeña inscripción; "al fin te encontré."

   No entendía por qué ella había atentado contra su vida, no lograba comprenderlo.

   Mayo de 2017, su teléfono sonó desconcertándolo, ya había perdido la cuenta de cuantas veces se había reproducido Paradise, él solo se perdió en sus recuerdos, el latte ya se había enfriado y el bar estaba por cerrar. Sin más atendió, y el llanto del otro lado de la línea, sóloprobocó que cerrase los ojos. Fue todo lo contrario cuando Cristian, el papá de Catalina, pronunció aquellas palabras mágicas; "ella despertó".

   Salió corriendo lo más rápido que pudo, luego pagaría, allí todos lo conocían. Al llegar vio a Cristian parado en frente de María, abrazándola, ellos eran unos padres increíbles. Solo hizo falta una mirada para que Oliver lo entendiera; "ella te está esperando". Aguardó unos segundos a que su respiración se regularizara y entró.

   Sus ojos cafés se fijaron en él, el azul mar y el café pino se mezclaron, formando una combinación perfecta. Se acercó lentamente y la abrazó con una delicadeza de la que él no era consiente que poseía, ella suspiró, feliz.

-Pensé que nunca iba a volver a ver tus ojos.- susurró débilmente.

-¿Por qué no me contaste?- fue lo primero que optó por  decir.

-Lo siento, no es algo que puedo controlar, hay veces en las que mi cuerpo actúa sin el consentimiento de mi cerebro, ni yo misma me doy cuenta de lo que hago, hasta que es demasiado tarde.-

-Pero me dejaste antes.- dudó

-Creí que..- tosió fuerte, me preocupé, pero volvió a su postura normal.- creí que no iba a ser bueno para vos, salir con un saco de huesos pálidos.-

-Te amo.-

   Sólo pudo atinar a decir eso y a rodearla una vez más con sus brazos, entonces ella lloró, y el electrocardiógrafo comenzó a sonar cada vez más lento y distante. Ambos lo sabían; ella no despertó para quedarse.

-También te amo Oli- una casi imperceptible sonrisa apareció- y lo siento tanto.-

-No tenes nada que sentir, aquí estamos los dos, solo nosotros.-

   Luego de unos minutos, ella solo hizo algo que lo paralizó una vez más, como aquel agosto de 2015; mientras acariciaba con sus delicados dedos la pulsera que ella misma había tejido para él, le comenzó a cantar suavemente al oído las estrofas de Paradise; La vida sigue, se pone difícil, cada lágrima es una catarata. En la noche, en la tormentosa noche, cerraba los ojos, y volaba lejos.... Su voz se fue apagando más y más, hasta que con un último susurro le dijo una vez más; "vos sos mi paraíso."

   Y sus ojos se cerraron. 

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⏰ Última actualización: Dec 03, 2018 ⏰

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