Take my hand, you'll be okay. (Español)

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Oliver.

Un día más. Un día más que sufro. Un día más que veo cómo me humillan. Un día más que trato de olvidar ese momento, esa noche. Un día más que no lo puedo olvidar. Un día más que sonrío falsamente. Un día más que le digo a mi madre ‘estoy bien’ cuando no lo estoy. Un día más que miento. Un día más que a pesar de tener personas que en realidad me quieran; me siento miserablemente solo. Un día más que lloro en mi almohada. Un día más que ya pido dejar de vivir. Es sólo un día más.

No sé por cuánto tiempo más pueda seguir vivo con toda esta mierda sobre mí. El llegar a la escuela y que estén esperando por ti para burlarse de tu timidez. El que me vean cómo un maldito inútil, débil e indefenso.  El recordar cada minuto aquella noche en la que deje de ser normal a alguien sucio, tocado por alguien que no quería.  El dejar de ser ese Oliver Sykes que todos lo veían alegre por alguien que ni siquiera es la sombra de él.

¿Y ahora quién soy yo?

Me desconozco.

No soy Oliver Sykes, el murió hace 6 años. El ya no está aquí.

“Hijo, Oliver. Te estoy preguntando cómo fue tu día. ¿Ocurre algo?”  No había notado que ya estaba en casa, en frente de mi mamá. El día casi termina y lo único que hice fue pensar en mi ‘vida’.

“No mamá, no pasa nada. Y hoy me fue bien, cómo siempre.”  La mentira de todos los días…

“Qué bien hijo. ¿Vas al cuarto? En unos minutos estará la cena.”

“Sí, voy al cuarto. Y no, gracias mamá, hoy no tengo ganas de cenar.”

“Desde hace una semana no quieres cenar Oli, pero está bien, no diré nada. Sólo que mañana quiero que desayunes bien. Ahora ve a dormir, te ves muy cansado.”

“Gracias mamá. Antes de que suba al cuarto, ¿puedo darte un abrazo?”

“Todos los abrazos que quieras hijo.”  Un abrazo de ella era lo único que me hacía sentir bien después de un día de tormentos que no me dejan estar en paz. Mi madre es de esas pocas personas a las que les permito contacto físico conmigo. Tengo miedo.

“Mira qué lindo niño tenemos aquí. ¿Cuál es tu nombre, preciosura?”

“Oh, miren… El niño está temblando.”

“No tengas miedo, ninguno de nosotros te hará daño.”

“No grites y ni intentes salir de aquí, o en serio te haremos llorar, putita.”

“¡Sólo disfrútalo!”

“Deja de gritar, ¡maldita perra!”

“Sí, así me gusta. Callado mientras acaricio tu cuerpo, lindura.

“Podría quedarme aquí contigo para disfrutarte y hacerte mío las veces que quiera.”

“Algún día regresaremos, y para ese entonces, ya estarás listo para nosotros.”

“Recuérdanos siempre, Oliver…”

 

“Bien, ya me voy al cuarto mamá, adiós.”  Subí lo más rápido posible a mi cuarto. Me encerré y solté las lágrimas que tenía atascadas. No podía evitar sentirme mal después de mentirle otra vez a mi mamá. Ella piensa que estoy olvidando ese día pero no es cierto, cada vez lo recuerdo más y más. Pero yo nunca le diré eso, ella no tiene que preocuparse más por mí.

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