1- Una Propuesta

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El único amor que había conocido Santiago era el que él mismo tenía por su barco.

Era húerfano, por lo que sus padres no pudieron otorgarle el amor debido hacia un hijo.

No tenía familia y su vida de niño era en las calles, donde la palabra Amor no se podía imaginar siquiera...

No tenía esposa ni hijos.

Nunca entendió al Amor, Nunca lo recibió y Nunca lo obsequió.

La sola palabra le repelía. ¿Cómo un ser humano podia entregarse de una manera tan completa hacia otra persona?

En su niñez le habían enseñado a sobrevivir solo, y lo había hecho... sin ser amado, querido y menos extrañado.

Por eso ahora, en plena adultez, Santiago se consideraba una persona solitaria, resentida con el mundo que no osaba mostrar sus sentimientos a la gente.

Mostrar sus sentimientos lo relacionaba con una persona débil y lánguida, dependiente de otro ser para sobrevivir y él no dejaría que nadie pensara de él de esa forma.

Justo esas conductas también podían relacionarse con el sentimiento de estar enamorado, la dependencia y la debilidad, como él pensaba. A lo cual podían sumarsele la depresión, la inseguridad y podría decirse que hasta la misma obsesión.

Por esa y mil verdades y razones mas Santiago nunca había caído en el juego del amor.  Por que eso era para él, solo un juego. Las mujeres podían considerarse un juego, juguetes que duraban solo una noche y luego eran desechados.

Poseía cierta fama por aquello, su porte de hierro, su perseverancia con el tema y una seguridad única. Igualmente su reputación no le interrumpía el constante flujo de mujeres a la espera de una mínima atención suya.

Era reconocido por los hombres por su hombría, valentía y seguridad en si mismo y entre las mujeres no pasaba menos desapersibido. Se encontraba rodeado de bellas mujeres que le satisfacían cada vez que él las requisiese. Se podría decir que el misterio que él acarreaba lo convertía en un hombre deseado y su belleza no se quedaba lejos; Poseía el porte de un guerrero, musculosas extremidades, un torso definido y espalda ancha, cintura estrecha, tez olivácea, ojos maravillosamente grises y una cabellera azabache recortada de forma despareja que le rozaba los hombros. Apetecible.

Su fortuna también podría considerarse que le garantizara buenas mujeres. El dinero que el solo había ganado, con trabajo duro y labor constante. 

Poseía su propia flota, la cual consistía en dos buques pesqueros , dos lanchas de menor tamaño y una embarcacion de lujo en la cual pasaba sus días. Podría decirse que no pisaba tierra mas para comprar comestibles y hacer trámites perqueros y no le digustaba la idea.

En el muelle suele quedarse hasta tarde, a veces en compania femenina y a veces solo. Descansando pacificamente, mirando la puesta del sol en el horizonte, tomándose una cerveza.

Ese día se vió interrumpido con la dichosa llegada de Claudio, su socio.

-Buenas Tardes amigo- saludó el recién llegado, acomodándose a su lado- He venido a traerte la mejor propisicion de año, y es solamente para tí ¿Qué me dices?

-Pues que soy muy afortunado- Respondí con una voz mas bien bromista.

Conocía a Claudio hacía ya unos diez años y éramos socios hace un poco menos de eso. Era una de las personas mas confiables que conocía y unas de las pocas que podía considerar un amigo y que no fuera parte de su tripulación. Como socio era el mejor y siempre me conseguía trabajos pesqueros por la zona. Aunque la propuesta que me traía hoy me parecía mas bien descabellada.

Me enseñó el papel que sostenía en la mano, se trataba de una pequeña nota, emborronada por el agua pero que perfectamente podía leerse.

S.O.S.

-¿Y esto?- Alcancé a decir, pues me había quedado sin palabras ¿Qué se suponía que era la proposicion de Claudio?

Poco después mi amigo empezó a decir:

-¿Te acuerdas del naufragio del 97? ¿El Ledea? Acaban de encontrar el mensaje a unas 12 millas de las últimas coordenadas que divisamos del barco en el radar antes de la tormenta.

Cada vez entendía menos y al parecer mi cara me delataba por que luego agregó:

-La familia de Theo se encontraba allí, al igual que la de Eduardo, y ahora que el jefe de supervisación de radares halló esto ambos quieren emprender una busqueda, empezando de nuevo.

-Pero si eso es perder el tiempo!- exclamé casi con fastidio, lo entendía por Theo y Eduardo, pero ya habían realizado varias busquedas y no se había encontrado nada.- Si no se encontró nada antes no se va a encontrar nada ahora- Remarqué con obviedad.

-Ya, lo sé, pero en vez de relizarla por el Bajo Mar quieren extenderse y probar buscando por La Mella

-¿A doscientas millas? ¿Tan lejos creen que pudo haber llegado? Si se estaba dirigiendo hacia Rence es casi imposible que hayan ido a parar allí. Está casi del lado contrario.

-Tú lo has dicho-dijo con una sonrisa- CASI imposible, no imposible, Casi. 

-Vamos, Clau, es lo mismo, no vale la pena ¿Vale?

-Vamos no te me amargues que no te he contando el por que estoy aquí-dijo, dandole un trago a su cervza y medio esbozando una sonrisa- Hay recompensa y pienso ganarmela.

Convencido con la ultima frase de mi amigo le pregunté:

-¿De cuánto hablamos?

Un Capitán NaufragadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora