『 4 』

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—Y dígame, reina Elsa, ¿cúal es el motivo de su cara? Que la veo muy divertida

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—Y dígame, reina Elsa, ¿cúal es el motivo de su cara? Que la veo muy divertida. Y aún no hemos hecho nada —cuestionó el pelirrojo, caminando a la par de ella.

—Estuve imaginándome algunas cosillas que podría hacer en el pueblo, decoraciones sobre todo, y me parecieron bien mis ideas —le respondió, con voz suave y amable.

Él intentaba no quedarse atrás, porque sabía que algo iba a darle si la miraba caminar.

Maldecía en sus adentros que ése vestido estuviera apretando sus caderas de una manera sensual y enervante.

Ni Roxane está así de linda, pensó.

—Bueno, si usted va a hacer las decoraciones, ¿yo qué? —se cruzó de brazos.

¿Acaso sería algún truco?

—¿Qué tal eres patinando? —ella se detuvo frente a él, con una ceja alzada y una sonrisa de lado.

—Soy pésimo, la verdad. Nunca me dejaban salir con mis medios hermanos cuando se iban a patinar. Yo me quedaba con mi nana cocinando –respondió, encogiéndose de hombros, a ella le dio un pequeño dolor de pecho al saberlo–, ¿por qué?

—Interesante. Pues porque eso va a cambiar éste día.

Dio un pisotón con su pie izquierdo, congelando levemente el suelo. En cuanto esto sucede, los pies de Hans comienzan a resbalar, provocándole un susto al pelirrojo.

—¡Wow, wow, woh! —gritó, haciendo toda clase de movimientos con tal de no resbalar.

Ella lo tomó del brazo, riendo con fuerza alrededor de él.

—¿En serio no sabes patinar? ¿Ni un poco? —le preguntó burlona, señalando con sus dedos una cantidad muy pequeña de nada.

Es que realmente no creía que no supiera, era como decir que no sabía andar en bicicleta.

—Creo que mi cuerpo ya lo ha dejado en claro.

Movió un poco sus dedos, y las botas de Hans se elevaron mientras de las suelas se crearon puntiagudas y filosas barras de hielo para patinar más al raz.

—¿Qué diablos? —exclamó cuando vio el cambio.

—Primera lección: espalda erguida y pies separados —lo tomó de sus dos manos, teniendo contacto piel con piel, al tiempo que se miraban a los ojos.

El rostro angelical de Elsa sonriendo era algo que, por alguna razón, no podría olvidar fácilmente. Era bella y su felicidad se compartía con todo aquel que la viera así.

No creo tener el valor para esto.

—¿Ahora qué, alteza? —carraspeó, desviando la mirada.

Qᴜᴇʀɪᴅᴀ ᴇʟꜱᴀ, ᴛᴏᴅᴏꜱ ꜱᴏᴍᴏꜱ ᴍᴏɴꜱᴛʀᴜᴏꜱ | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora