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Becca.

―Apuesto cien dólares a que huele como alcantarilla infestada de ratas ―dijo, mi mejor amiga, Liv, a mi lado con su voz gruesa llena de disgusto.

Olivia Parker, o Liv como todo el mundo la llama, peinó un mechón de su cabello café chocolate fuera de su cara mientras terminaba de aplicar su brillo labial.

La escuela acababa por terminar y, como siempre, Liv me estaba llevando a casa. Estando sentadas en su auto discutíamos sobre mi enamoramiento, cuando mi vecino de al lado, Nate Williams, paseó por su entrada vestido como alguien que va a una convención gótica.

― ¿En verdad toca esa cosa? ―preguntó Liv mirando con desdén la guitarra roja que colgaba sobre su espalda.

Asentí, haciendo una mueca.

―Sí, creo que se considera algún tipo de estrella del rock. Sus raros amigos están todo el tiempo haciendo un montón de ruido.

―Y apuesto a que pasan todo el rato fumando hierba y bebiendo cerveza barata.

Miré a Nate mientras entraba en su casa y cerraba la puerta. No era sólo mi vecino de al lado. Tan extraño como parecía, mientras crecía había sido mi mejor amigo. Antes de que se convirtiera en un marginado social o tuviera tatuajes sobre todo su cuerpo.

Cuando éramos más jóvenes, habíamos sido inseparables. Lo que uno hacía, el otro también. Durante el verano conducíamos nuestras bicicletas hasta el arroyo y pasábamos todo el día ahí nadando y tomando el sol. Nuestros padres estaban seguros de que algún día nos casaríamos porque no podíamos vivir el uno sin el otro.

Sí, cómo si eso fuera a pasar.

Las cosas cambiaron después de que el papá de Nate murió. Nate se convirtió en un retraído y no salía de su habitación ni para verme. Repetidamente traté de hablar con él, pero no quería saber nada de mí.

Entonces la secundaria comenzó e hicimos nuevos amigos. Me uní al equipo de porristas y pasaba el rato con los chicos populares. Nate estaba en su propio mundo, con sus nuevos y extraños amigos, y no había lugar para mí en él.

Dos veranos atrás, dejó el pueblo y, cuando regresó, su apariencia había cambiado drásticamente. Su cabello castaño era un dramático castaño, todo levantado como un puerco espín, y sus brazos estaban cubiertos con tatuajes.

El chico dulce que una vez conocí estaba reemplazado por un extraño que apenas reconocía. Era increíble cómo alguien podía cambiar tanto.

―Tierra a Becca Brown, ¿puedes oírme? La voz de Liv irrumpió en mis pensamientos y la miré con confusión.

―Lo siento, ¿qué dijiste?

Liv suspiró.

―Dije que es seguro para ti salir ahora. El fenómeno se ha ido.

Me ericé ante el apodo, pero no dije nada, Liv tenía permitido pensar lo que quisiera, y no era como si Nate fuera completamente inocente en todo esto. Él lo trajo sobre sí mismo. No tenía que vestir todo de negro o usar delineador de ojos como una chica. ¿Creía que las personas no se burlarían de él? En nuestro pequeño pueblo de Statlen, Iowa, donde todos se conocen, llamaba la atención.

―Gracias, Liv. Te veré mañana.

Salté fuera del auto y la miré irse.

En cuanto a amigos, Liv estaba en algún lugar en el medio, a pesar de ser mi "BFF ". Nos conocimos en la secundaria, e inmediatamente quise ser su amiga. Ella era una de esas chicas que todos los chicos deseaban y como todas las chicas querían ser, incluyéndome.

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