02.

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Nate.


Becca se me quedó mirando como si hubiera visto un fantasma. Miré por encima de mi hombro sólo para asegurarme de que esa mirada era para mí y no para alguien más. Nop, no había nadie ahí. Solamente yo.

―Um, ¿puedo ayudarte? ―preguntó finalmente, sus preciosos ojos azules estaban muy abiertos.

―Necesito harina.

― ¿Huh?

Becca parecía confundida, y su mano se quedó en el borde de la puerta como si quisiera cerrarla en mi cara.

―HA-RI-NA ―repetí lentamente, pronunciando cada letra―, la necesito.

― ¿Por qué la necesitas?

― ¿Qué eres, la policía de la harina? ―Suspiré y metí mis manos en los bolsillos.

Lo último que quería era venir aquí y pedirle harina a Rebecca Brown, pero mamá estaba cocinando y me había hecho ir en su lugar. Echaba de menos los días cuando no estaba demasiado distraída que se le olvidaba la mitad de las compras de la lista.

Becca cruzó sus brazos sobre su pecho y se apoyó contra el marco de la puerta, mirándome como si fuera un sucio roedor.

―Bueno, si vienes a mi casa y me pides harina, quiero saber lo que harás con ella. ¿Y si dañas la propiedad de alguien?

En serio, ¿pensaba qué iba a dañar la casa de alguien con harina? ¿Cuándo se había vuelto tan arrogante? ¿Había olvidado cuando teníamos nueve años y tiramos huevos al coche del Sr. Krasinky porque dijo que su perro era un peligro?

―Mi mamá la necesita para cocinar. Está haciendo un pastel para la recaudación de fondos de mañana.

Becca inclinó su cabeza hacia un lado, su expresión se suavizó.

― ¿Oh, qué tipo de pastel está haciendo?

―Un pastel de vaca, ¿qué diablos te importa? ―Mi voz tembló con ira―. ¿Si estás tan interesada por qué diablos no llevas tu culo remilgado hasta allí y se lo preguntas tú misma? ¿O tal vez eres demasiado buena para eso, princesa?

El rostro de Becca se puso rojo brillante y puso su boca en una fina línea.

―Espera aquí.

Cerró la puerta y se fue dejándome fuera.

Whoa. No quise atacarla de esa forma, pero las palabras simplemente habían salido disparadas una atrás de otra. Quiero decir, supongo que estaba enfadado con ella por muchas cosas, pero no era como si fuera a sacar mis sentimientos a ella para que pudiéramos ser mejores amigos para toda la vida. Eso no pasaría nunca.

Rebecca Brown era una animadora snob que pensaba que era mejor que los demás. Seguro, era muy caliente con su cabello rubio y largo, esas piernas kilométricas y esa sonrisa que resaltaban los hoyuelos de sus mejillas, pero era demasiado creída. Se reía de las chicas que pensaba que eran tan lindas como ella, e ignoraba completamente a los chicos que no llegaban a sus increíblemente altos estándares. La había visto suficiente en la escuela para saber esto.

No era la misma chica que hacía skateboard y no lloraba cuando se golpeaba la rodilla, o quien jugaba en la tierra conmigo durante horas hasta que su mamá gritaba para que ambos volviéramos dentro y nos bañáramos porque estábamos peor que los cerdos en el barro. Ya no sabía quién infiernos era y, francamente, me importaba un comino.

Tomando una profunda respiración, me di la vuelta y miré a través del césped. La hierba estaba ahora muy alta. Lástima que ya no tuvieran alguien alrededor para que se los cortaran. Mirando más de cerca, me di cuenta de que la pintura se estaba pelando en algunos sitios de la casa. Realmente necesitaban a alguien para mantener esas cosas.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2020 ⏰

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