CAPITULO I. ANASTASIA

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Y aquí estoy... En un circo sangriento lleno de muertos por doquier, entre ellos niños.
Pequeños cuerpecitos que son un manjar para estos monstruos. Para este arlequín, que no me deja escapar, y no lo hará hasta que esté junto a el.

Debo detener todo este caos, toda esta oscuridad que está dentro de este horrible lugar...

Antes de llegar al circo vivía con mis padres adoptivos. Si se preguntan donde se encuentran mis verdaderos padres, en realidad no lo sé. Y debo admitir que no tengo intención de saberlo.
Me encontraron desde muy pequeña en una canasta envuelta en una cobija de color azul celeste con dibujos de palomas en ella, completamente sola en medio de un callejón. Hasta que la madre Norma, una monja muy amable y cariñosa me llevó consigo, me crío y me dió un hogar y comida en lo que esperaba a que alguien viniera adoptarme.

Al cumplir los diez años, ese esperado día llego, una señora llamada Clara y su esposo Patrick.
Cuando los conocí, se veían tan generosos. En ese momento pensé que serían los mejores padres del mundo; que iríamos a pasear por el parque mientras degustabamos un helado de diferente sabor. Claro que yo comería un helado de fresa.
Pasaríamos el rato en el cine viendo películas de comedia o de terror. Que son mis favoritas.
Finalmente tendría una navidad prospera con ellos y gozariamos de una cena deliciosa: pavo, puré de papá, ensalada, bacalao, galletas... Toda una delicia en el paladar.
Me darían obsequios. E iríamos a patinar sobre el hielo.
Por fin tendría una fiesta de cumpleaños, y más regalos obtendría.

Creí en ellos. Entregué mi confianza.

Una vez finalizado los papeles de adopción, me fui del orfanato; no sin antes de despedirme de la madre Norma, dándole un beso y un abrazo.

Recuerdo ese día con exactitud.

Al salir de ahí, Vi un coche rojo pequeño. Nos subimos ahí. Patrick ahora mi nuevo padre, echo a andar el auto y entonces avanzamos. Recorrimos una gran distancia y lo curioso es que en todo ese trayecto no dijimos ni una palabra.
Crei que preguntarian el cómo me siento, si estoy agusto con ellos, entre otras más preguntas.
Pero no fue así.

Miraba a través de la ventana del auto: gente caminando en sentidos opuestos por la banqueta, tiendas, y una fuente que tenía una figura de un elefante en el centro, montado sobre una pelota y en su larga nariz arrojaba un chorro de agua por doquier.

Una vez al llegar a la casa, no me causo ninguna buena impresión.
Era hecha de madera podrída y unas cuantas ventanas rotas.
Al entrar era mucho más peor de lo que pense.

Había un largo pasillo y a lado de este unas escaleras con algunos de sus escalones rotos. Al fondo del pasillo estaba la cocina: la estufa estaba cubierta de grasa y ollin. Estaban pedazos de queso y tortilla encima.
El refrigerador estaba vacío, solo había una jarra de agua.

Al subir las escaleras había otro pasillo con tres cuartos. Una de ellas era el baño.
Será mejor que no de mucho detalle de cómo se encontraba.
En el otro cuarto estaba una cama grande y frente de este un tocador. Encima habían muchas inyecciones con sangre en su contenido; también varios paquetes de condones y una placa de vidrio con un polvo blanco encima.
Camino al otro cuarto.
Hay otra coma, con sábanas rotas. A un costado hay un tocador con un espejo roto en la parte superior izquierda. También hay una silla en una esquina y una lámpara. Lo malo de esta habitación es que no hay ninguna ventana.
Clara y Patrick entraron después de mi. Ambos sujetan un cigarrillo entre sus dedos.
-¿Qué es este lugar?- preguntó.
-Escucha bien niña. Nosotros no somos esa clase de padres que esperabas. Tú harás lo que te diga y me obedeceras sin cuestionarme.
-¿Cómo dice?
- Yo no doy besos ni mucho menos abrazos. Yo no te saque de ahí para cuidarte. Ahora escucha. A partir de ahora tendrás que hacer lo que te diga o serás castigada de manera muy cruel. Por mí o por Patrick. Obedeceras en todo. ¿Entiendes?
-Ss..Si- digo temblando mis labios.
-Esta será tu cuarto, nosotros te daremos te comer o incluso algo de dinero para tus necesidades. Pero es todo. Lo demás lo harás tú. ¿Comprendes?
-Si, entiendo.

ARLEQUIN [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora