Prólogo

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Tras poner una curita en la pierna del niño, la señora Kim tomó una paleta del frasco en el escritorio en el que su esposo, el señor Kim, escribía el reporte de la cita, y se la dio al niño, él muy sonriente la tomo entre sus manos. 

— Ya terminamos, no te vallas a quitar la curita hasta dentro de 3 días ¿Entendido?

El menor asintió con su cabeza metiendo la paleta a su boca, la señora Kim sonrió frotando su cabello — Ya puedes ir a casa.

— ¡Muchas gracias, doctora! — Dijo el niño dando un salto fuera de la camilla corriendo hacia la entrada; al abrirla chocó con un muchacho de aspecto joven que la señora y el señor Kim identificaron casi de inmediato — Lo siento — Se disculpó el menor retomando su carrera hacia la sala de espera en donde aguardaba su madre.

— Tu debes ser Na JaeMin — Dijo el anciano al joven en la entrada, este asintió con una sonrisa — Pasa.

El chico obedeció entrando a la enfermería y dio una gran reverencia a la pareja de casados — Soy Na JaeMin, el nuevo pasante de enfermería, es una gustó conocerlos — La sonrisa radiante del adolescente deslumbró los corazones de los ancianos viendo en él un destello de ternura que de inmediato les hizo confiar en él. Después de todo, en la pequeña villa de DoBong, en donde nunca a habido un crimen y todas las familias se conocen, un sonrisa pura como la del pasante siempre era bien bienvenida.

— Nos alegra mucho tenerte aquí, pasante Na ¿Te importaría si te llamamos simplemente JaeMin? — Preguntó el señor Kim.

— Oh no, no hay ningún problema — Respondió el castaño con una risilla nerviosa agitando sus manos frente a él.

— Esta bien — Continuó el señor Kim brindándole una sonrisa cálida para que el joven se sintiera más tranquilo — La señora Kim y yo somos los únicos dos doctores en la villa, originalmente fuimos enviados diez doctores pero dadas las circunstancias todos se fueron poco a poco dejándonos solo a nosotros dos, ya sea por falta de señal en los teléfonos, la distancia con sus familias, no lo se, razones hubieron varias. El Estado en modo de agradecimiento aumentó considerablemente nuestros salarios así que podemos asegurarte que haberte ofrecido como nuestro asistente en un lugar como DoBong te beneficiara mucho monetariamente.

— Por supuesto, no deberías decir esto a tus amigos enfermeros — Habló la señora Kim — Nos pagan mucho debido a que este pueblo a sido desolado, tú viniste aquí sin saber eso, pero ahora que lo sabes, no queremos que mas personas vengan solo por el dinero que pueden ganar. Es verdad que DoBong tiene sus desventajas, como todo sitio, pero la gente aquí es como una gran familia, desde que llegamos hemos cuidado esta villa de extraños con malas intenciones, hemos decidido confiar en ti JaeMin, no nos defraudes.

El menor se sintió un poco presionado debido a las palabras de los ancianos, pero así como habían dicho, él llegó allí con la simple y desinteresada intención de ayudar a aquella villa que sólo en algunos mapas aparecía, así que estaba seguro de no decepcionar ni a la pareja, ni a los pueblerinos, pero no podía negar tampoco que enterarse de que su salario sería considerablemente elevado lo había hecho sentir más motivado, por lo que se repetía a si mismo mentalmente el motivo por el cual había llegado allí y que no debía perder los estribos por el dinero.

— Nosotros ya estamos viejos y hay muchas cosas que no podemos hacer por lo que nos tranquiliza tener a un joven como tú aquí — La señora Kim sirvió una tasa de café y en cuanto el aroma llegó a la nariz del joven comenzó a sentirse un poco intranquilo, la mujer bebió de la taza antes de continuar — En tú currículum decía que tienes una buen estado físico ¿Verdad?

— Si — Respondió el chico algo desorientado para segundos después reaccionar agitando su cabeza y riendo con nerviosismo de nuevo. — Mantengo un buen estado físico debido a que práctico gimnasia desde pequeño, son datos sin importancia pero tengo una buena elasticidad y además voy al gimnasio con frecuencia.

— Lo noto. — Dice la señora Kim señalando los anchos brazos del joven, este se ruborizó levemente antes de continuar.

— Pero claro, no creo que halla un gimnasio por aquí, aún así puedo hacer ejercicio en casa así que no subiré de peso-

— ¿Quieres café verdad? — interrumpió el señor Kim notando el extraño comportamiento del joven causando que este se desconcertara levemente, tras parpadear un par de veces asintió.

— Si señor, por favor. Hace tres días no bebo ni una gota de café, creo que enloqueceré.

La señora Kim rió sirviendo una taza de café para el chico y tras entregársela, él rápidamente la llevo a sus labios.

— Me preocupa que seas muy dependiente de la cafeína. — Dijo la señora Kim — ¿Cuánto bebés?

Sin parar a pensarlo ni por un segundo, JaeMin francamente respondió — Seis cafés y dos expresos al día.

¢σffєє вяєαк ➵ jaeminWhere stories live. Discover now