Aquello que dejamos a medias

2.2K 97 57
                                    


Había echado de menos a muchas personas en su vida, pero tenía claro que él era una de esas personas a las que más estaba echando de menos en aquellos momentos. Nunca había sabido cuánto podía doler estar lejos de la persona de la que estabas enamorado hasta que le tocó estar enamorado y lejos de él.

Siempre había sido una persona reservada, así que no solía demostrar cuándo estaba mal y nunca hablaba de ello, a menos que fuese con amigos muy cercanos, pero la mayoría de veces intentaba evadir el tema y se lo guardaba para él mismo. La gente pensaba que ya lo tenía superado, que ya lo había olvidado, que todas las lágrimas que había derramado por él era cosa de meses atrás, pero la realidad era que esas lágrimas se hacían presentes más veces de las necesarias.

Intentaba seguir con su vida como hacía él aparentemente, pues lo que desconocía era que ambos estaban en la misma situación. Ambos se echaban de menos, se querían, deseaban volver a verse, tocarse y besarse. Anhelaban cada palabra, cada plan, cada caricia, cada mínima cosa del otro. Todo les recordaba a ellos.

Trataba de distraerse con cualquier cosa y sus amigos le ayudaban a ello. Cuando no, salía solo a despejarse por la playa o por el centro de la ciudad, perdiéndose entre las calles u observando a la gente caminar. En otras ocasiones, simplemente veía alguna película o componía canciones, que aparte de ser su pasión, le ayudaba a sacar lo que llevaba dentro y expresar sus sentimientos.

Los días pasaban lentos y la noche cada vez caía antes. Paseaba por las calles de Madrid y le quería con él en cada esquina. Pero no estaba.

No estaba con él y el futuro no parecía augurar nada positivo respecto a su relación, lo cual le hacía saber que debía concienciarse de que lo mejor sería olvidarlo, pero ¿cómo? Ya habían pasado suficientes meses como para olvidarle, aunque intentaba vivir su vida lo más alejado posible de los pensamientos donde estaba presente, era muy complicado no acordarse de él. Porque, ¿cómo consigues superar a la persona que te enseñó lo que era la libertad?

La Navidad estaba cerca, los adornos ya empezaban a ser montados, aunque las luces aun no estaban encendidas, y él no podía esperar a que llegase los días en que las encendieran. Aún quedaba casi un mes para esos días especiales, lo que significaba que, en menos de dos semanas, el alumbrado ya adornaría las calles de la ciudad.

Siempre habían hecho planes sobre cómo vivirían sus navidades juntos, pero por segunda vez, las pasarían separados. Eso le hizo recordar las fiestas pasadas, le hizo recordar ese sentimiento de frustración por no poder abrazar a Raoul, no saber de él, no tener idea de lo que estaría haciendo en ese momento, no poder hablar con él, desconocer qué estaría sintiendo o pensando, no tener oportunidad siquiera de acariciarle ni besarle y eso le carcomía por dentro.

Estas navidades serían parecidas, pero a la vez muy distintas, pues había algunos sentimientos de por medio que no estaban hacía unos meses y que cambiaban por completo las circunstancias a las que se enfrentaban. Frente al orden, la tranquilidad y la calma, ahora estaba el desconcierto, el desequilibrio y la inseguridad. Pero siempre permaneció el cariño y el amor.

Todos los planes que hicieron para ese invierno, todos los paseos que propusieron, los besos en su parque favorito, el chocolate caliente mientras veían puestecitos navideños, todas las caricias que se darían.

Todo aquello quedó en nada.

Todo desapareció, y parecía no volver.

******

Cuando miró la hora y se dio cuenta del tiempo que había empleado pensando en todo aquello se levantó de la cama corriendo para entrar en la ducha, pues hoy volvería a reunirse con las personas más importantes que conoció hacía ya poco más de un año. Mireya había conseguido que todos cuadrasen sus apretadas agendas para podar pasar una noche juntos. Las amigas volverían a reunirse y no sabía si sería lo mismo de siempre, ni siquiera sabía si Agoney aparecería y tampoco sabía si quería que apareciese.

Aquello que dejamos a mediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora