31 de julio de 2003

9 2 3
                                    


-Abajo vi Peluquería Gloria.

Raquel explica:

-Es la misma. Su padre se jubiló y quedó sola. Fui una tarde, me contó un secreto de cuando acabó el instituto. Tenía miedo. Quería empezar de cero. Nosotros ya vivíamos aquí y le conté que alquilaban una casa en el bajo. Vive y trabaja ahí.

-Quiero pedirle cita.

Llamo con manos libres para que lo escuchen. El tono suena cinco veces, estoy a punto de colgar.

-Dígame. -Es una voz masculina con acento peculiar.

-Quiero hablar con Gloria.

-Si es para una cita, puedo tomar nota.

-Es algo personal. Soy Jose, un viejo amigo.

-Muy bien. Voy a avisarle.

Ramiro me informa: -Es Carlos y es marica.

-Hola, Jose. Cuéntame.

-Quiero verte.

-Estoy ocupada.

-Puedo esperar. Estoy arriba con nuestros amigos.

-Entonces llamo cuando acabe.

Espero menos de media hora. Bajo por las escaleras, rápido por la ilusión. Pulso el timbre.

-Buenas tardes, Gloria. Estás preciosa.

-Buenas tardes, Jose. No hay quien te conozca con barba.

-Loli me dijo que me sentaba bien. Quiero cambiar de imagen y deseo que lo hagas tú.

Sonríe, está animada.

-No tiene ni idea de estética, la barba te hace más serio y viejo. Tenía buena imagen por mí.

-Sí, está chapada a la antigua. No hablemos de ella, nos hemos separado.

-Bien hecho. Antes vamos a tomar algo. Tengo mucho que contarte. ¿Qué quieres?

Abre la nevera.

-Una cerveza.

Ella toma un zumo, nos sentamos en un sofá, casi juntos. Ahora su falda me deja ver sus rodillas. Me esfuerzo en concentrarme en la conversación.

-Sé' por qué estás aquí, Raquel me dijo algo de un secreto, sin desvelarlo. ¿Tiene que ver con aquellos abusos?

-No te conté todo. Debe ser ahora.

Echa un trago y prosigue:

-Hicimos una fiesta en el gimnasio el último día del instituto. El alcohol estaba prohibido, pero alguien lo trajo. Varias chicas se marcharon y quedamos en minoría.

-No hace falta que sigas.

-Debo llegar hasta el final. Nos emborrachamos todos. La fiesta se convirtió en orgía. Yo estaba como una zombie y no recuerdo los detalles previos, sí el final porque me despabilé. Me violaron por delante y detrás a la vez. Fue humillante.

-¿No había profesores?

-Se fueron antes de beber alcohol. Verme sola en la peluquería sacó a flote aquel recuerdo. Tenía miedo cada vez que un cliente nuevo entraba. Charlar con tanta gente tiene sus ventajas: un psicólogo entró, había alguien más y sólo le pedí cita. Tuvo la cortesía de dármela después de mi horario.

-Bien hecho.

-El psicólogo me aclaró las ideas. Rompí con mi pasado, precisaba empezar de nuevo, sólo conservé lo útil para progresar.

GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora