Inefable

7 0 0
                                    


     La luz blanca me encegueció completamente. A medida que mis ojos lograron acostumbrarse pude ver que la luz provenía de los tubos fluorescentes en el techo. Miré a mí alrededor. Productos en estanterías de chapa que se extendían formando pasillos, cajones de plástico con botellas en su interior apilados contra una pared blanca, y finalmente, mi primo, la única persona hasta donde alcanzaba la vista, sentado junto a mí, también observando el lugar. Me miró con desconcierto, sabía lo que sucedía, ambos lo hacíamos. Otra vez estábamos en el supermercado.

     —¿Qué pasó esta vez? —me preguntó, como quien acaba de despertarse.

     —No estoy seguro, creo que nos quedamos dormidos y... —Tenía la sensación de que algo había pasado, pero ninguna imagen acudía a mi mente—. No puedo recordarlo.

     Se quedó pensando por un momento, como si intentara indagar en su memoria.

     —Tampoco puedo —dijo resignado.

     Nos quedamos con la mirada fija en el piso de losa gris. No teníamos ningún recuerdo específico de lo que había ocurrido, ni sabíamos por qué estábamos aquí por tercera vez, pero sabíamos sin lugar a dudas que alguien nos estaba siguiendo, y que esta noche, nos volvería a visitar.

     —Deberíamos dar una vuelta por el lugar para ver si algo ha cambiado. Quizás eso nos podría dar algún indicio sobre qué ocurre aquí —propuso. Yo asentí con la cabeza.

     Nos pusimos de pie. A decir verdad el supermercado no era muy grande, sino que tenía las dimensiones de algo apropiado para un barrio. Decidimos comenzar el recorrido por la pared más interior. Realmente no quería pasar frente a la exterior, sus ventanales dejaban ver la oscuridad de la noche, mezclada con las anaranjadas luces del alumbrado público, en una calle vacía y en silencio. Era una vista que me hacía sentir intranquilo.

     Iniciamos nuestra marcha lentamente. Todos los productos de las góndolas estaban organizados, dispuestos en filas, ni uno solo fuera de lugar. En la pared de la esquina se encontraba la carnicería, y junto a ella, las góndolas refrigeradas que se extendían hasta el otro extremo. Presté atención a la carnicería. El aire allí era más frío, y el constante sonido de la luminaria, más fuerte. El puesto se encontraba desatendido, por lo que pude detenerme a mirar sin sentirme observado. Los distintos cortes de carne estaban repartidos lo más ordenadamente posible sobre la rejilla de metal y la ventana de una puerta al final de la pequeña habitación dejaba ver algunas piezas de carne muy grandes como para estar en el mostrador. Todo igual que en veces pasadas, excepto por la ausencia del carnicero. En todo el lugar nunca había habido más personas que las que puedo contar con los dedos de una mano, incluyendo a los empleados, pero esta vez parecía estar completamente vacío.

     Lo único que destacaba por sobre el silencio era el ruido de las heladeras, el murmullo de las luces, y nuestros propios pasos, aunque intentaba silenciar los míos lo más posible. Tenía la ominosa sensación de que alguien estaba a la vuelta de cada esquina, y en cualquier rincón del lugar.

     Había quedado un par de metros detrás de mi primo, por lo que junté coraje, y comencé a caminar. A medida que la primera línea de estanterías estaba por dar paso al primer pasillo transversal, me asaltó un pensamiento: ¿Y si había alguien esperándome allí? Mi primo no sería capaz de reaccionar lo suficientemente rápido, y yo mucho menos. Podría quedarme aquí, pero no sería capaz dejarlo solo en este lugar tan inquietante, razón por la cual tampoco querría quedarme solo. Mientras dilucidaba seguía avanzando. Ya estaba al borde de descubrir qué me aguardaba. Tenía que alcanzarlo. Un paso más, solo un pasó más. Sentía que me movía aún más lento, como si el tiempo estuviera igual de expectante que yo. Mi pie comenzó a caer, al mismo tiempo que intentaba prepararme para lo que sea que me esperara, durante lo que parecieron minutos; hasta que finalmente cayó, mi cuerpo avanzó con este, y el pasillo se abrió ante mí.

InefableWhere stories live. Discover now