V. Invierno otra vez

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Estaba terminando mi exposición sobre pueblos del Asia oriental cuando pude ver por la ventana los primeros copos de nieve. Como siempre, las palabras de felicitación de los profesores cerraron la tanda de preguntas y respuestas. Me despedí tácitamente y me dirigí hacia mi habitación sin pensar en otra cosa que la oposición entre el frío que entumecía mi cara y el que recorría mi columna, a la vez que maquinaba los últimos preparativos para el escape. El comienzo de las nieves marcaban la cercanía de la fecha, Bronislaw y Elsie habían quedado de casarse justo el primer día de las fiestas para pasar la luna de miel en el mediterráneo. Ese sería el mismo día que nos escaparíamos. No se lo decía aún a Malinowski, pero no creo que se sintiera muy cómo con hacerlo desertar a su propio matrimonio. Sin embargo, De todos modos sabía que no ignoraba esa posibilidad ante el poco tiempo que quedaba ya y que tampoco iba a poder negarse.

Es increíble el nivel de dependencia que pude cultivar en un hombre sólo haciendo un poco de esfuerzo, suficiente para mantenerlo en una doble vida al mismo tiempo que decidido seguirme cuando yo se lo pidiera, pero ¿esto era fruto de mi talento? ¿no acaso estaba Bornislaw demostrándome amor verdadero? La verdad es que incluso hoy en día no tengo esas dudas resueltas. Al fin de cuentas tampoco mi corazón es tan malo como para dejar a Elsie abandonada y humillada en el altar, claro que no. Reitero que a pesar de todo ella siempre me causó cierta simpatía que no me logro explicar y que se asemeja a algún lazo invisible entre nosotros que me hacía pensar de algún modo que éramos personas del mismo tipo ¿qué tipo? no lo sé. Volviendo al tema: nos escaparíamos en la madrugada, a tiempo para que Malinowski pueda dejarle una carta de consuelo, disculpas, confesiones y explicaciones que ella leería incluso antes de sacar su vestido de novia.

Para cuando se cancele la boda y los invitados se den por enterados, y la decepción empiece a cundir en medio de los conocidos mientras una novia se esté lamentando en su alcoba, Bronislaw y yo ya estaríamos bastante lejos cruzando el canal de La Mancha hacia España, luego un tren a Portugal y un barco que nos lleve libres hacia el nuevo mundo, donde podríamos ser nosotros mismos a la vez que avanzábamos nuestros estudios y desarrollábamos la disciplina antropológica desde los confines del mundo civilizado. No tendríamos que volver a pisar Europa nunca más, nunca tendríamos que volver al pasado que abandonamos aquí.

Abrí la puerta de mi habitación, quedaban pocos días para aquel día, así que comencé a arreglar unas maletas que pudiera dejar listas para salir discretamente a cualquier momento. Seguramente Bronislaw debería hacer lo mismo si quería que esto resultara bien, ergo, debía avisarle al Malinowski de la fecha y hora de nuestra partida. Dejé las maletas a medias y fui directo hacia la estación de trenes para comprar los boletos. Guardé los boletos en un sobre dentro de mi chaqueta y fui a buscar a Bronislaw a su estudio para darle las instrucciones.

Caminando por la calle no podía evitar divagar sobre el futuro juntos sobre cómo nos demostraríamos nuestro amor con este acto intrépido, no necesitaríamos a nadie más que uno al otro, lo único que me traía la alegría a mis días era pensar en su hermosa sonrisa, en la manera en que él se entregaba a mí, y en el modo en como me miraba con ojos brillosos cuando me hablaba de sus temas favoritos. Sólo faltaba que él me demostrara que no necesitaba de nadie más que de mí y nuestro lazo sería fuerte y completo.

Llegué a su despacho, toqué la puerta y luego de unos segundos me abrió su prometida Elsie, La saludé con amabilidad y simpatía genuinas sintiendo cómo un peso increíble caía repentinamente sobre mis hombros y que me aletargaba en mis pensamientos. En ese momento no podía explicar la causa de tal malestar, pero, de pronto, sin percatarse de mi llegada, Malinowski sale de su estudio preguntando a Elsie por algún libro que buscaba, pero con una voz de tanta dulzura y afecto, una actitud de tanto amor hacia ella que yo nunca había presenciado entre dos personas. Y entonces, de un momento a otro, Bronislaw da cuenta de mi presencia y una sombría cortina se cierra de golpe sobre su semblante con nerviosismo y frialdad cambiando completamente su actitud. Secamente le dice que Elsie que ya no importaba, que él se encargaría luego, y me hizo pasar a su estudio. Durante toda esa fracción de momento fue como si una ventisca helada hubiera pasado por mi corazón dejándome con una sensación de peso aún mayor.

Las Estructuras Elementales de un Amor FuncionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora