— ¡No me queda! —bufo molesta, arrojó los jeans azules al suelo y cruzó los brazos.— Tranquila Milk, de seguro tengo otro.
— No, me gustó este. ¡Estúpido jeans!
— Comprende que no es a tu medida.
— ¡Me estas diciendo gorda! —gritó ofendida.
— No era lo que quise decir..
La ojinegro mira los jeans azules con rabia, quería ponérselo pero no me le quedaba. Hoy era el día en el antro, Bulma se ofreció ayudarla con el atuendo que llevaría pero al parecer tiene un pequeño problema.
— He engordado —libera un suspiro y se deja tirar en la cama.
— Nena, no estás gorda.
— Entonces ¿por qué no me puedo ponerme ese jeans?
— No es tu medida, ya te lo dije.
— Pero..
¿Como es posible que no le entrará?
antes se cambiaban la misma ropa, quizás no ha sido una buena idea probarse la ropa de su amiga. Cuando le propuso que fuera a su casa y se cambiaran allí antes de salir de marcha, debió negarse.— Bulma —la llamo con un tono de firmeza.
— ¿Que sucede?
— Ayúdame.
— No.
— Por favor, necesito llevar ese jeans.
Brindo una mirada de suplica a la ojiazul.
— No me convencerá señorita.
— Hago lo que tu quieras.
— ¿Lo que yo quiera?
— Si.
— Bueno, te ayudaré.
— ¡Gracias!
Milk toma del suelo los jeans y se los pone pero le llega hasta las piernas, un último esfuerzo. Bulma aprieta los dientes, agarra los jeans azules y lo estira con fuerza hacia arriba. Con todas sus ganas. Trata de que le quede a su amiga. Y... ¡listo! La tela asciende por las piernas de su amiga y se encaja a presión sobre sus muslos y caderas.
— ¡Lo ves! ¡Entré! —grita eufórica mientras la peliazul la mira de reojo. Algo continúa sin ir bien.
— Si, entras. Pero ahora abrocha el botón y sube la cremallera.
— ¿Qué? ¿No van?
La joven niega con la cabeza y su amiga ve el botón abierto al igual que la cremallera.
— ¿Quisieras ayudarme con eso?
— No, estoy agotada.
— Anda, por favor.
— No.
— Te invito de compras el próximo sábado.