Capítulo 12: Alas negras

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Miro hacia la entrada esperando a cierta persona, pero no aparece

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Miro hacia la entrada esperando a cierta persona, pero no aparece. Solo fue coincidencia.

El bullicio de los últimos clientes abandonando la biblioteca se mezcla por unos segundos con el pitido de mi oído. Qué día... Me acaricio la cien dando pequeños círculos.

Me despido de mi jefe y de Camila, los ecos de sus voces se desvanecen mientras apago las luces y aseguro la puerta. El silencio del lugar se cierne sobre mí mientras me doy la vuelta para marcharme. Empiezo a caminar en dirección al supermercado, y mientras atravieso los caminos de barro, el ambiente cambia. Adoro respirar el aire fresco después de una llovizna, tiene un efecto curativo en mí. El aroma es como comer limón, agrio pero delicioso.

El cubículo gigante de infraestructura sólida marrón me recibe cuando estoy a pocos pasos de entrar. La luz amarillenta y la música como de discoteca muy por debajo de lo molesto me absorbe de inmediato.

Comienzo a hacer mis compras, recorriendo el lugar hasta llegar a sección de toallas femeninas. Miro por encima de la góndola, y por un instante, vislumbro a alguien parecido a Tyler en altura y complexión. Me inco por reflejo. ¿A caso vi bien? Vuelvo a levantar la cabeza lentamente, buscando confirmar mi sospecha, pero no lo veo en ningún lado.

Vaya, sí que estoy delirando. Solo fue un susto... Van dos veces que tengo el presentimiento de que está cerca de mí. Pero por suerte solo es eso, un presentimiento vano.

—¿Qué se supone que sea esto? —Escucho una voz detrás de mí que me sobresalta.

Canté victoria muy pronto.

Me giro rápidamente para encontrarme con Tyler, quien me inspecciona con una ceja alzada.

—Joder, ¿Por qué no apareces como una persona normal? Deja de hacer eso... —Frunzo los labios, tratando de disimular mi nerviosismo.

—Si me has visto, ¿Por qué te asustas? —Me cuestiona, mostrando el paquete rosado de toallas.

El calor sube como el mercurio de un termómetro a mis mejillas, y en un acto reflejo, le arrebato el paquete de toallas de las manos. A pesar de mi pobre intento por esconderlo detrás de mí, ya sé que las ha visto.

—No es nada, no te interesa. ¿Qué haces aquí?

Vale, qué inteligente que soy. No es un parque o una calle, es un poco obvia la respuesta pero pasar de no encontrarmelo jamás a casualmente verlo en todos lados es muy extraño. Tyler ojea detrás de mí, y luego baja sus ojos hasta encontrarse con los míos.

Trago saliva.

—¿Por qué hueles diferente?

—¿Huelo.... qué?

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