Prologo; Odio

28 2 2
                                    

Suaves manos se deslizaban con parsimonia sobre la piel cubierta de sudor dejando rastro de calor a su paso seguido de húmedos besos creando una satisfactoria contradicción que le provocaba pequeños espasmos, mientras movían sus cuerpos sobre la tierra húmeda cual animales salvajes, justo ahí en medio de la naturaleza totalmente desnudos, a merced de sus instintos se disfrutaban el uno al otro entre amor y risas sin apuros como si el mundo se hubiese detenido por ellos, ante la luna y los astros eran la prueba viviente de los lazos que conectan con vidas pasadas para unir aquellas almas predestinadas, fueron ellos esa hermosa llama que ardía en medio del bosque rindiendo tributos a las deidades de la luna que tan recelosamente cuidaban de aquellos valientes que se atrevieron a bajar al reino mortal para demostrar la existencia de la pureza en la humanidad buscando sin importar qué esa parte de su alma que les seria arrebatada al nacer como bestias humanas, aquella que les complementaba y les concedían su lugar en el firmamento, que cuando por fin se encontrarán y se volviesen uno estarían listos para volver a los reinos de Lennia donde serían recibidos como héroes por haber logrado su cometido y ser los primeros en volver. Porque si, han sido muchos los valientes que han perdido su lugar en los cielos por tan noble causa, perdiendo para siempre a su otra mitad por culpa de la corrupción de los humanos.

Ella aullándole a Lennia y él aullando por ella eran la esperanza que se creía perdida; de los pocos que se encontraban en tan vasto mundo, de esos que se enamoraban y lo disfrutaban, ellos eran los que estaban a punto de cumplir y lograr que la muerte de sus hermanos no fuera en vano, fueron ellos a quienes en medio de tan puro acto su espacio fue profanado por el peor de los crímenes, sumergiéndolos en gritos y dolor, desesperación, temor, desolación. Lennia no podía seguir observando el dolor de los suyos, no quiso ver a otro sufrir así con el pesar de su ser se dio la vuelta y cerro con fuerza los ojos al sentir como la vida de la luz más brillante se desvanecía.

.

.

-Hye, despierta, abre los ojos amor ... Hye - algo estaba mal, algo estaba muy mal, esa debía ser una de las noches más felices de su maldita vida, Hye tendría que estar deleitándolo con su ridícula risa porque le daba cosquillas que basaran su cuello, ellos deberían estar llenos de tierra por haberse revolcado como animales mientras la marcaba y la proclamaba como el amor de su vida, para luego irse a algun lugar bonito y tener cachorros a montones, entonces Jeongguk no entendía porque en vez de estar llenos de sudor y tierra ahora estaba sentado en un tibio charco rojizo que emanaba del lindo cuello de su copito, algo estaba jodidamente mal. - A-amor, no es momento de juegos - algo le hacía presión en la garganta y sus ojos picaban, pero eso no importaba y tampoco lo hacía la tonta lluvia que no lo dejaba ver bien, lo único importante era que hye abriera los ojos, la zarandeaba y apretaba con fuerza sus brazos - Maldita sea, Hye. No es momento de jugar - la desesperación se hacía presente con la misma rapidez que las lágrimas se acumulaban - ¡ABRE YA LOS MALDITOS OJOS¡ ... NO NO NO NO, DESPIERTA, NO ME DEJES, NO ME JODIDOS DEJES, NO TE ATREVAS - algo se rompió cuando la abrazo con fuerza y los regordetes brazos de la chica no lo rodearon también. El calor característico de la de ojos gatunos fue remplazado por un frio mortífero, lo único que quedaba de ese calorcito que calentaba el corazón de Jeongguk era el tibio líquido que ahora escurría por el cuerpo de ambos jóvenes que se mecían en medio de "no me dejes" susurrados al aires y frías lágrimas de desolación.

Esa noche Jeongguk lloro acompañado de la lluvia hasta al alba, para con el primer rayo de sol, en su forma animal, comenzar a cavar un profundo agujero donde entre hierbas silvestres y flores azules enterraría a su amada.

.

.

Quizá era culpa del vacío en su pecho que ahora no sintiese nada ni que nada le importara, quizá era por eso que le daba igual ir por las calles de Anyang al desnudo y que le miraran con miedo, aun que no entendía cuál era el problema con su desnudez ¿O era por estar cubierto de sangre? Probablemente también influyera ser un Jeon ¿A quién carajos le importaba?, de todos modos en esta sociedad la sangre era algo común o más bien la muerte; luchas por territorios o rivalidades entre alfas, también podrá ser por ajustes de cuentas o hasta omegas muertos por celos de idiotas o por el mero hecho de querer demostrar "poder". Entonces a nadie debería importarle que el caminase con sangre seca en la piel o asesinase a alguien justo frente a sus narices, pero él no mato a nadie y la sangre en su cuerpo era de omega, de su omega y Jeon Jeongguk no corto el cuello de su omega. No supo en que momento golpeo la puerta o si es que lo hizo pero supuso que si, ya que su primo lo miraba desde la puerta con tal cara de espanto que por primera vez desde lo que paso con Hye se preguntó cuan mal se debía ver.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 10, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Almas Puras [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora