segunda parte.

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―Dama de la corte Shin.

―¿Sí, Su Alteza?

―Por favor, informa a las señoritas del gyobang que no podré ayudarlas hoy ―dijo el príncipe Baekhyun, con una expresión apenada en el rostro.

Sin conocimiento del rey, Baekhyun a menudo pasaba por el gyobang y ayudaba a las kisaengs con actividades y lecciones relacionadas con el arte.

A pesar de saber que la realeza no debería asociarse con asuntos tan humildes, el príncipe Baekhyun disfrutaba mucho visitarlas y ofrecerles su ayuda para lo que sea que necesitaran.

A las chicas les encantaba tenerlo por allí. Era gentil y amable y era uno de los pocos hombres a su alrededor que las trataba con respeto, que no las veía como si fueran menos que seres humanos. Ellas, a cambio, tampoco lo trataban como si fuera más que eso. Su posición como miembro de la realeza solo era importante cuando se trataba de buscar medicamentos raros para ellas u ofrecerse a pagar sus comidas a veces.

El príncipe Baekhyun era solo otro amigo cercano de la casa.

Pero esa noche estaba lidiando con un dolor de cabeza muy persistente. Ya habían pasado unas horas y parecía haber llegado a su clímax. No iba a ser de mucha ayuda, así que pensó que era mejor hacerles saber que no iría por esa vez.

―Por supuesto, Su Alteza ―la dama de la corte Shin inclinó la cabeza y agregó: ―¿Está bien? ¿Necesita que busque un médico o...?

―No es necesario.

Baekhyun la despidió, y se dirigió a sus aposentos y pensó en lo mucho que había estado extrañando a Yixing últimamente.

Lo extrañaba especialmente en esas noches en las que lo sostenía cerca mientras esperaba que sus pesadillas disminuyeran. Espantó el pensamiento enseguida con un movimiento de la cabeza. No era bueno siquiera insinuar que quería que aparecieran para atormentarlo de nuevo.

¿Qué tan egoísta era eso?

Llegó a su cama en un letargo inducido por el malestar. Les había pedido a las damas de la corte que lo esperaban para prepararlo para la noche que se fueran. Estaba demasiado cansado incluso para eso, tanto por las actividades del día como por el dolor de cabeza.

Las sienes, un lado más que el otro, no parecían querer darle un descanso. El dolor era persistente y latía alrededor de todo su cráneo, una y otra y otra vez a ritmos rápidos. Tal vez debería haberle pedido a la dama Shin una infusión de hierbas o algo así, pero para el momento en que decidió que era buena idea llamarla, ya se había quedado dormido con medio rostro apoyado en la almohada.

Se despertó de golpe por un ruido fuerte de algo que golpeó el suelo y se le quedó un grito atrapado en el pecho.

Baekhyun escaneó rápidamente la habitación, buscando al intruso, hasta que se dio cuenta de que solo era Yixing. Suspiró, aliviado.

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