Quizás con el tiempo...

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Este OS lo escribí en invierno, allá por principios de año (2019), simplemente lo comento porque los hechos ahora no tienen mucho sentido (recién estrenada Estaré Ahí -YAAAAAY!!!- y con la visita de Ago a la academia del 18 tan lejana) y en pleno verano, algo tan simple como la ropa que lleven o la temperatura que haga, no tienen mucho sentido.


En su momento se me hizo bola la vida y no le pude dar continuidad, pero no quería dejarlo aparcado, así que os lo regalo a vosotras :)

Espero que estéis genial, que os guste lo que vais a leer y que me vuelvan las ganas de escribir más pronto. Un beso y gracias, siempre ^^ 

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El canario no dormía casi por las noches por la acumulación de trabajo, así que cuando tenía un rato libre antes o después de comer se dormía en los laureles inevitablemente.

En aquél momento, la lluvia les había hecho cerrar el pequeño balcón que daba un poco de luz a la sala y todo estaba en penumbra. Los tres amigos estaban charlando tranquilamente con la barriga llena después de haber pedido comida a domicilio, pues con el tiempo que hacía no les apetecía levantarse del sofá y salir a las frías calles de Madrid.


–¿En serio? Pues deberían darte más tiempo para descansar. -Decía la pequeña del grupo.


–Dormiré cuando muera -soltó en medio de un bostezo el chico de pelo azabache-. Además, es trabajo, no puedo saltarme ninguna cita. Sería muy feo...


–Como cuando fuiste a la academia que no habías dormido y encima estabas nervioso -Apuntó el joven rubio con una suave risa.


–A las chicas las dejaron entrar a las habitaciones, si te hubiesen dejado a ti seguro que te encierras allí y te pones a dormir en tu litera -Continuó Nerea con la burla.


–¡Oye, que no soy una marmota! -respondió el canario falsamente ofendido-. Pero ay, mi camita... -recordó haciendo un puchero-. Ojalá volver a vivir allí, aunque solo fuesen unos días...


Este último miró por un momento al chico que tenía a su lado, quien le devolvía una triste sonrisa.


–Sí... Estábamos muy bien allí... -sus ojos castaños se aguaron sin poder evitarlo, haciendo que desviara la mirada- Ya hace un año.


–Jo, Raoul... No llores. -Se levantó la pequeña de una punta del sofá para abrazarlo.


–No pasa nada, ya no tenemos la academia, pero ahora tenemos otras cosas. -Suavizó su voz Agoney, quien le acariciaba la nuca.


–Ya lo sé. -asintió el de tez blanquecina limpiándose los ojos con el puño de la sudadera-. Pero allí era muy feliz. -Volvió a mirar a los ojos a su compañero, quien pareció entender y se sonrojó levemente.

Verte sonreír lejos de mí. - Ragoney -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora