Capitulo | I |

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Tendría al menos cinco años de edad cuando comencé a verlo en sueños.

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Corrí tan rápido como me lo permitían mis pies, pero pese a ello, el suelo lleno de flores blancas y el cielo tornasolado no me dejaban pensar con claridad.

Comencé a llorar.

Nuevamente me encontraba en ese lugar. Presa de aquella sensación horrible de vació y sintiéndome sola por completo.

— No llores. — Escuché.

Habia un niño a mi lado. De piel pálida y ojos extraños. ¿Eran grises, dorados, verdes? no lo podía distinguir entre todos los matices en su mirada. Me tendió la mano y sonrió.

Frente a nosotros había un enorme árbol y al final, en donde se enredaban sus raíces en el suelo había un lago. Uno muy extraño que no dejaba ver el interior.

Gire mi rostro hacia aquel niño, con las manos en las mejillas y el semblante decaído.

— ¿Quien eres?. — Pregunté, ya sin esperanza de poder salir hasta que aquella pesadilla terminara.

El hizo una extraña mueca con su rostro y negó antes de girar a verme nuevamente.

— Eso no importa. Yo estoy aqui por ti ¿Lo vez? Ya no estaras sola en este hermoso lugar. — Me dijo.

Y su mirada tomo un toque extrañamente maduro para su edad.

...

Los años pasaron como si nada, y con ellos, mis visitas hacia aquel lugar en lo profundo de mis sueños se volvieron constantes.

...

— Pareces molesta. — Me dijo el. Con el semblante preocupado.

Yo negué y me deje caer en la hierba.

— ¿Estas segura?. — Insistió.

Y volví a negar.

Solté un suspiro derrotada y levante el rostro hacia el.
Pese a tener solo diez años, él, aquel chico frente a mi del cual no sabia su nombre, seguia pareciendo mas maduro de lo que pensaba.

— Me molestan en la escuela. Es normal ¿sabes? Pasa todos los días. —

El tomo mi hombro en un intento por consolarme. — Lo siento mucho. Pero, al menos puedo hacerte sonreir aqui. —

...

Recuerdo que le vi crecer a la par conmigo. Por eso, siempre pensé que eramos de la misma edad. Nunca me había cuestionado nada.

...

Me recosté con pesadez en la hierba. Observando el cielo oscurecerse a mi voluntad. No tenia deseos de ver un cielo brillante. Cerré los ojos y escuche sus pasos a lo lejos. Como siempre, en cada visita el venia hacia mi desde algún punto. Pero nunca supe identificar cual.

Relaje mi semblante y lo escuche sentarse a mi lado. Contemplando el cielo mientras recargaba su peso en ambas manos sobre la hierba.

— Podría decirte algo. Pero se que no deseas hablar. — Me dijo.

Y a pesar de los años, comenze a notar justo en aquel momento que su tono de voz tomaba una tonalidad mas grave a la que ya conocía.

— Nunca he dicho que no deseara hablar. — Le dije abriendo los ojos, Observándolo.

Su largo cabello rojo bailaba rebelde sobre su espalda y cubriendo sus hombros de manera suave.

Nego y sonrió sin mirarme.

— El tiempo pasa demasiado rápido para ti. Pero a mi me parece una eternidad esperar cada visita. Y pese a ello, siento tu lejanía creciendo. Poco a poco. y me consume. —

...

Nunca había llegado a comprender aquellas palabras. No había necesidad. El era una invención de mi mente, supuse. Pero no era así.

...

Sentí la garganta seca, pero no detuve mi andar.

Pude distinguir su silueta a lo lejos, de pie, junto al árbol. Esta vez había llegado tarde. Y el era quien me esperaba.

Giro sobre su cintura de manera leve, solo para prestarme atención y me sonrió antes de volver su vista hacia el frente. Cuando llegue a su lado me abrazó.

— Debería decirte lo mucho que me alegra tu cumpleaños. — Dijo viéndome de frente. — Pero no lo hago. Realmente lo detesto. — Murmuro recargando su frente con la mía.

Los años le habían vuelto mas alto.
Por lo cual, la mayoría de las veces debía agachar el rostro para verme. Lo sentí temblar mientras me sostenía por los hombros, pero no dije nada. Nunca fui de muchas palabras. El lo sabia, y podia interpretar mis silencios a la perfección.

— No lo digas. — Murmuro.

Supe enseguida que sabia perfectamente lo que iba a decirle. Así que calle.

...

Lo ultimo que recuerdo de el. Fue el roce suave de sus labios contra los míos en un intento desesperado, antes de ser arrojada al lago. Cuando desperté, el se había ido.
Estaba despierta. Y al pasar los años, me di cuenta de que probablemente no le vería jamas.

O al menos lo había creído los últimos seis años.

— Tu no eres Sasuke. — Murmure contra sus labios después de besarle.

Lo vi sonreír de manera perversa. Negó. — Hubiese sido mas fácil mantenerte aquí de esta manera. Pero lo has hecho muy difícil.—

Comencé a correr hacia la salida de la cual, pensaba era mi casa. Abrí la puerta con violencia pero no me recibió el patio delantero como esperaba.

El árbol estaba ahí. Y entre sus raíces, un lago bloqueado por enredaderas.

— No te dejare volver. No de nuevo. —

Y el bosque cubrió mi campo de visión. "¿En donde diablos estaba?".

Whisper InocentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora