En la habitación había una cama grande, a su lado un velador con una pequeña lámpara y un teléfono; una cómoda de varios cajones, un ropero muy amplio, una mesa redonda muy decorativa, y dos sillas, luego el cuarto de baño era muy espacioso, con una gran repisa, eso me gustaba, acomodé mis pocas cosas, y me di cuenta que tenía el libro que me dio Miguel, cierto, debo llamar al hospital. Marqué rápidamente los dígitos.
-Hola, hospital del DF- pregunté insegura.
-Si buenas tardes, desea hacer alguna consulta- contestó una voz muy cortés.
-Necesito hablar con el Doctor Buders
- Espere un momento- dijo esto y puso esa patética música de fondo estuve esperando buen rato hasta que al fin oí su voz.
-¿Regina?- cuando mencionó mi nombre, recordé el beso en el aeropuerto.
-Hola Miguel, ¿cómo está todo por allá?, ¿Cómo está mi mamá?
-Pues sigue en coma, pero está estable, no hay ninguna complicación, ¿cómo llegaste? ¿Te recibieron bien?
-sí, todo está bien aquí- no estaba mintiendo pues a pesar de dormir donde los de servicio y tener que trabajar en una cafetería, todo estaba bien osea ya estaba inscrita en la escuela y todo, supongo que me irá bien.
- Regina, quiero aclarar lo que sucedió en el aeropuerto. Dijo Miguel con una nota de seriedad en su voz.
-No te preocupes-dije intentando restarle importancia al asunto.
-La verdad es que me gustas y mucho, se podría que me he enamorado, pero es imposible que suceda algo entre tú y yo, ya que yo soy mayor que tú por diez años, es por eso que decidí que sería mejor que estuvieras allá, lejos, en Londres, donde yo te pueda olvidar- se le quebró la voz al mencionar la última frase.
-Miguel, nuestra relación será de doctor y paciente, ¿está bien?- dije esto, pero aún sentía el sabor de sus labios en los míos.
-Me alegra que lo entiendas- dijo con tono de resignación.
-Llamaré todos los días, para saber de mi mamá- dije intentando cambiar el tema.
-Si no llamas tú llamaré yo, es mi deber como médico ponerte al tanto de todos los avances de tu mamá, bueno tengo que seguir trabajando y supongo que tú debes instalarte te dejo, adiós.
-Adiós, cuida de mi mamá por favor.- dije esto y colgué.
Ya había acomodado todo así que decidí salir de la habitación y conocer a los que vivían en la casa, apenas salí de mi cuarto me topé con una chica, curvilínea, de buena figura y piel bronceada, llevaba puesto un uniforme de mucama. Al verme me sonrió amablemente.
-Hola soy Demi, tú debes ser Regina ¿cierto?- parece que ya todos me esperaban.
-Sí soy yo
-Ah OK, entonces, tengo entendido que no trabajaras aquí sino en la cafetería.
-Exacto-asentí, la conversación se iba a tornar interesante, pero Demi vio la hora en su reloj de mano y pareció preocuparse
-Tengo que irme- dijo apresurada,- o si no la Señora Caroline se pondrá furiosa.
-Está bien que tengas un buen día. Repliqué amablemente- y la vi alejarse por el pasillo
Ya que Demi se había ido, decidí salir a pasear por Londres.