🌹3-Nicholas🌹

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La noticia de que su padre se casaría le dolió y no porque le interesara el amor de su padre ella sabia que no la quería y eso era mutuo, sólo se preocupaba por sus propios problemas y no los de su hija.

Se vistió rápidamente con el uniforme azul marino, que consistía en una falda hasta las rodillas y una camisa blanca con un blazer del mismo color, su alto moño inigualable de color rojo, esos colores los detestaba, le parecían de lo mas feos y simples que podrían existir, ya que ella siempre ha vestido con colores más alegres y que llamaran la atención.

Cuando acaba de vestirse entra Sarah muy sonriente y amable la cual le ayuda a cepillar su cabello por última vez.
Ella le agradece y sale corriendo sin querer estar con ella, no le agradaba.

—Con cuidado señorita se podría caer.—advierte la niñera.

—No me caeré.—contesta sonriendo por primera vez a su niñera, no era una sonrisa amable si no de esas que fingía.

Al llegar al comedor ve a su madre tomando un café con unas galletas caseras, que ella misma prepara, también nota sus ojeras que a través del maquillaje el cual trato de ocultar sin embargo no lo disimulo.
Agnes estaba en su silla especial para que no se cayera y estaba jugando con unos osos y peluches que Anne le había obsequiado.

Ella era tan dulcemente hermosa.

—Buenos días madre.—le abraza cariñosa.—Agnes.—le da un beso en su frente ella sólo manotea diciendo balbuceos.

—Buenos días cielo ¿Como te sientes hoy?.—pregunta su madre animadamente.

—Bien.—contesta simple, tomando asiento en la silla que le corresponde.—Me he puesto mi nuevo moño esta lindo.—miente no le había gustado ninguno, no era ni morado o algún rosa pálido, sus colores favoritos como había pedido.

—Que bueno hija se te ve muy lindo con tu uniforme. El rojo es tu color

Le sirven su desayuno favorito que es piña con leche y lo empieza a comer tranquilamente en silencio.

—¿Como la pasaste con tu padre?—pregunta su madre interesada repentinamente.

Se había enterado de que había faltado y para colmo fue a ver a su padre al trabajo, aún no sabía que le ha dicho pero lo intuía y no le gustaba para nada.
La pequeña niña tarda en contestar, ayer había sido un desastroso día, el que su padre se casara con Francia le rompió lo poco que le quería, esa mujer no era mejor que su madre nunca lo seria.

Nadie tomaría su lugar.

—Bien, sabias que la bruja de Francia al fin se casará con mi padre.—lo escupe sin miramientos.—Seguro que lo hizo para quedarse con la fortuna de mi padre.—contesta de mala gana.

—No hables así Anastasia, no es propio de una señorita de tu clase y por lo de su compromiso, eso es una noticia grata para él pero para ti no tanto, ¿O me equivocó?

Toma un poco de vino tinto, esperando la respuesta de su pequeña sonriente.

—¡No quiero que se casé con Francia! Ella no es buena, no es como tú.

—Se que no te agrada Francia, pero tienes que aceptarla en tu vida así como lo hizo tu padre, por mi no te preocupes. Tu padre y yo no nos tolerábamos más.

—Odio todo esto, que tu estes tranquila ¡Yo no quiero que se casé! ¡No con ella! ¡No quiero a nadie más!—se exalta contra su madre, su comportamiento explosivo no media sus emociones ni sus sentimientos.

—Silencio, no empieces a gritar así.— ¡No es para tanto! Mejor controla tu temperamento y acaba de una vez tu desayuno que se esta haciendo tarde.

Anastasia // Locura Enfermiza IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora