Empatia (un equeño poema)

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Sentir lo que tú sientes, y que tú sientas lo que siento nunca será tan fácil como parece, por que como bien se dice: los zapatos son de quien los usa; Y al ponerte los ajenos sencillamente pueden no entrar.

De tus ojos destella el dolor después de recibir una mala noticia, o la alegría luego de escuchar al bromista. Fluyen de esas bellas esferas marrones tus emociones con forma de lágrimas, tu corazón se retuerce en tus adentros y en tus manos el mío posees.

La sonrisa eleva tus comisuras y juro por Dios jamás haber observado tan maravillada aquel movimiento, la sonrisa se copia en mi rostro y entiendo por fin la luz brillante de los días.

En otro momento tu alma se quiebra y tu corazón pierde fuerza, presionas los puños con mi corazón en ellos, lo partes en dos con tu dolor y mis ojos ven lo que tú ves, así como mis oídos escuchan lo que tú.

Mi mente se distorsiona al igual que la tuya y tu tristeza se vuelve mía, me pongo en tu lugar para salvarte de la salvaje oleada de tristeza y dolor, me siento como tú.

Mis pies entraron en tus zapatos.

Tus palabras desgarran tu garganta y se vuelve casi imposible distinguirlas por el tinte de rabia que llevan, te escucho y mi garganta arde al entender el dolor que transmites por ella, mis oídos duelen por la ausencia de la tranquilidad que vivía en tus versos.

Mis ojos lloran a la par de los tuyos al ver que aquí estas derrumbado de rodillas frente a mí, como nunca creí.

Las palmas de mis manos y rodillas escocen por el impacto con la grava del suelo, mis ojos son un espejo para tu alma y mis labios son la mano amiga que necesitabas.

Y al fin lo vi, después de tanto tiempo:

Mis palmas y rodillas no escocían, mi corazón estaba contigo y me hizo hincarme delante tuyo para levantarte y transmitir con una caricia, una mirada o una palabra, lo que siento por ti.

-E- 

Y pensar que...Where stories live. Discover now