Capítulo 5: Audiencias y chotunos.

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Después de conversar con Alanna, salió del prostíbulo. En la calle, como ya era usual, se encontró con alguna puta que otra, y de vez en cuando, algún guardia haciendo las rondas, nadie se había percatado de su presencia. El lugar donde se encontraba el prostíbulo no era del todo acogedor, estaba entre dos edificios, lo que hacía un pasillo estrecho. 

La buena planificación de la ciudad hacía pensar que los suburbios no pertenecieran a la misma: calles angostas (perfectas para cualquier violador de turno), edificios en mal estado, gente durmiendo en las calles, suelos embarrados, y ese característico olor a orín, que muy agradable no es que sea. Y ya si se mezcla el olor a meado con el del alcohol (incluido el vaho que sueltan los borrachos), pasar por ese lugar requería de la gente cierta fortaleza mental, porque, desde luego, no era fácil de aguantar.

Arwyl decidió tomar rumbos erráticos y aleatorios para evitar que alguien la siguiera. Eligió la ruta más larga posible. Al llegar a la posada, comprobó que nadie la había seguido, o al menos no lo parecía. Al entrar, decidió subir directamente al cuarto. Coyle ya no estaba. Seguidamente, Juana apareció desde las escaleras.

—Hola jovencita, tu mozo se ha ido, dijo que tenía que continuar su camino hacia Aledonia, y te ha dejado una botella de vodka de Petkolch, toma —dijo, mientras le tendía la botella.

—¿Mi mozo dices? Esta sí es mi moza —respondió mientras recogía la botella, al tiempo que soltaba una risotada.

—Aprovéchala pues, aquí no son fáciles de encontrar. Buenas noches, Arwyl —añadió Juana, entre risas, y se fue escaleras abajo.

La elfa se tumbó en la cama mientras se sacaba las botas, descorchó la botella y le dio un trago largo. Por la noche no sucedió nada importante. Es probable que hubieran asesinado a alguien más, pero no le importaba, se conformaba con tener un buen vodka que disfrutar antes de dormir, un vodka que la ayudase a dormir del tirón y no tener que soñar con recuerdos...

Ya por la mañana, la despertó la luz matinal que entraba por la ventana de la habitación, era agradable recibir el calorcito del sol en la cara nada más despertar. Nada más levantarse se olió el sobaquillo, y la verdad es que olía a chotuno. Al menos no era peor que los olores que había tenido que soportar el día anterior en su visita a los suburbios. Bajó a la sala principal en busca de Juana. Se la encontró tras la barra, como siempre.

—Buenos días, moza. ¿Qué tal te has despertado hoy?

—De puta madre, ¿podrías prepararme un baño? —dijo la elfa con desgana, y todavía medio sobada.

—Claro que sí, dame un momento, voy a por una bañera —dice, y se mete a la cocina.

Arwyl se apoyó en la barra mientras se desperezaba. La posadera no tardó mucho en volver con un barreño lleno de agua caliente.

—Vamos, que te lo subo a la habitación, a no ser que quieras bañarte aquí, delante de todos.

—Dudo que la gente esté preparada para un espectáculo tal a estas horas —respondió mientras subía con ella. La elfa subió a su habitación y se dio un baño que tanta falta le hacía. Al menos ya no olía a chotuno. Juana volvió al rato para recoger todo.

—Abajo hay una chica que pregunta por ti, no me ha dicho nada más.

Arwyl bajó a la sala principal por segunda vez en el día. Abajo se encontró con Alanna, no llevaba las mismas ropas que el día anterior, esta vez venía más discreta.

—Buenos días, Arwyl, al parecer no he acabado muerta, bueno, mejor para mí.

—Sí, mejor para vos. ¿Y bien? ¿Qué habíais de contarme? —preguntó, mientras se desperezaba.

—Por ahora los sectarios están tranquilos, anoche mataron a uno más. Por lo visto no se enteraron de que estuviste en el prostíbulo. Pero ándate con cuidado, te están vigilando, y como te pillen sola, es probable que intenten matarte. Y deberías informarte sobre la audiencia que pediste con el rey.

—¿Quién es esa mujer de la que tanto hablan?

—Es la nueva consejera del rey, lo que ella dice, el rey lo hace, me da muy mala espina. Creo que hay algo más detrás. Temo que pueda ser una lamia o algo parecido.

—¿Y sabes su nombre?

—Wynn, si no me equivoco. No estoy muy segura de que ese sea su nombre, he oído varios, pero este es el que más se repite.

—Mmm... ese nombre no me dice nada... Supongo que de nada me sirven tantas cavilaciones, lo que tengo que hacer es entrar en la boca del lobo.

—Deberíamos ir a hablar con Héctor, puede que te hayan concedido la audiencia, así podrías tener un cara a cara con "eso". Más vale que vayas con cuidado, ese lobo tiene los dientes muy afilados y envenenados.

—Un poco como todos los lobos, vaya. Esto será una bonita carnicería. ¿Algo más?

—Creo que no se me escapa nada. Esto ya es un consejo, sé más discreta de lo que ya eres. Venga, vamos a los cuarteles, Héctor debe de estar esperándonos.

Salió entonces de la posada con Alanna. Se dirigieron rápido a los cuarteles. El guardia de la puerta reconoció a la elfa y la dejó pasar, pero detuvo a Alanna.

—Eh, ¿a dónde te crees que vas? —soltó el guardia, que tenía cara de no haber dormido en varios días y estaba de un humor de perros.

—Acompaño a Arwyl, por favor, déjame pasar...

La elfa no prestó mucha atención a la situación y continuó al interior. La oficina de Héctor era probablemente el lugar que mejor olía de toda la ciudad, una fragancia bastante agradable inundaba la estancia. Cuando entró, Héctor no estaba en su despacho, un guardia se acercó entonces.

—Héctor ha ido a por unos papeles, espérale por aquí.

Alanna consiguió entrar pasados unos minutos.

—Coño, el guardia de la puerta me ha retenido y ni siquiera te has parado a ayudarme.

—Tampoco parecías estar en muchos problemas —dijo la elfa, mientras buscaba dónde sentarse.

—¿Te parece poco que me retenga un guardia?

—Jamás te pedí que me acompañaras, si vas a hacerlo, te recomiendo que aprendas a sacarte las castañas del fuego.

—...

Alanna se quedó callada, probablemente no volvería a hablar con Arwyl en un buen rato, estaba visiblemente enfadada. Unos minutos más tarde volvió Héctor.

—Hola Arwyl, y hola a ti también Alanna. No os esperaba a ninguna hoy, ¿necesitáis algo?

Alanna se mantuvo en silencio.

—Veo que os conocéis —añadió la elfa.

—Ella es mi informante dentro de la "organización"

La elfa asintió con la cabeza.

—Lo segundo, ¿ya tenéis esa conferencia con el rey?

—Venía de allí, de hecho, os he conseguido una audiencia. Y haced el favor de comportaros, que ya nos conocemos. Hablaréis directamente con el rey, no habrá intermediarios. Sed respetuosa, o al menos, todo lo que podáis. Tomas la invitación —dijo, mientras le tendía un papel.

—Siempre lo soy —respondió ella, no sin cierto sarcasmo.

—Os veré en la posada —sin decir nada más, Alanna se marchó.

La elfa se puso en camino. No era muy difícil llegar al castillo, pues se veía desde todos los puntos de la ciudad. En Toran suelen decir que todos los caminos llevan al rey, en este caso, tiene bastante de cierto. Al llegar se encontró con varios guardias apostados a la entrada.

Buenas tardes, este ha sido el capítulo 5, he decidido acortarlo un poco con respecto a los demás, porque si no me saldría un epílogo muy largo. Sí, he dicho epílogo. Pero calma, el libro no acabará aquí, pues tengo pensado hacer una segunda parte, allá por enero/febrero. Probablemente publique el capítulo final en un rato, así que estad atentos. Sin más que decir, que tengáis una feliz semana.

Zaharys: Pars IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora