ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴜ́ɴɪᴄᴏ

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Todo empezó cuando desperté y fui sorprendida por enormes tallos de trigo cerniéndose sobre mí y al mismo tiempo protegiéndome de los enceguecedores rayos del Sol.

Al levantarme, a mi lado veo que también despertó Ozzy, mi amigo osezno polar. Ambos estábamos confundidos al no saber cómo llegamos a parar en ese lugar tan peculiar.

Con ganas de querer explorar, decidí buscar la salida del trigal, sin embargo, los tallos dorados que nos rodeaban eran tan altos que no me dejaron otra opción más que saltar hasta donde me permitían mis cortas piernas de niña pero lo suficiente como para poder ver el camino.

¡Allá veo un bosque! dije a Ozzy, luego de haber vislumbrado al primer salto una arboleda a unos pasos siguiendo derecho. Rápido tomé a mi amigo felpudo entre mis brazos para no perderlo de vista y empecé a hacerme paso entre los tallos hacia el norte, llegando a dar unos cuantos saltos acompañados con mis grititos de "hop" para asegurarme que no estaba desviándome del camino. A veces al saltar, los volados de mi vestido color rosa pastel corto y de mangas largas se elevaban como la corola de una bella flor.

Una vez que logramos salir del trigal, bajé a Ozzy al suelo y nos adentramos en el bosque. Ninguno de los dos estaba seguro de qué podríamos hacer aparte de explorar, hasta que vimos un destello muy bonito a lo lejos: una fogata.

Pensando que allí podría haber alguien que pudiera ayudarnos, Ozzy y yo nos encaminamos hacia allá. Sin embargo, a mitad de nuestra caminata, algo se interpone entre nosotros haciéndonos chocar y caer de sentón.

Oh, ten más cuidado por donde vas habló ese alguien. Su voz era hermosa y, según mi criterio, era de una mujer mayor.

Levanté la vista y ¡oh, casualidad! Se trataba de una mujer muy bella de cabellos largos y blancos, luciendo además un encantador vestido del mismo color, y estaba descalza.

¿Quién eres tú? quise saber. Mis manitos detrás de mi espalda y mis talones balanceándose de adelante hacia atrás.

Ella soltó una risita, la cual intentó ocultar con su mano. Para ti, y sólo por el momento, soy una doncella respondió luego con simpatía.

Pues mucho gusto, Doncella. Yo soy... iba a presentarme, pero por alguna razón sentí que no podía decir mi nombre. Estaba cohibida.

Sé quién eres me dice la Doncella, haciéndome levantar las cejas por la sorpresa de que supiera de mí.

¡Eres una hadita! chasqueó. Me quedé un tanto sorprendida al escuchar eso. ¿Yo, una hadita? Sonaba algo raro, aunque no iba a negar que me gustaba mucho cómo sonaba, así que lo acepté como mi nombre, sólo por el momento.

Oye, ¿tú y tu amiguito iban a algún lado? pregunta la Doncella, mientras se ponía de cuclillas para acariciar la barbilla de Ozzy, el cual tamborileaba una de sus patitas traseras por el agradable gesto.

Yo le conté todo: desde cómo misteriosamente acabamos en medio de un campo de trigos hasta la idea de venir al bosque queriendo buscar aventuras. La Doncella, encantada de escuchar mi historia, nos invitó a ir a su fogata, la misma que habíamos visto, diciéndonos que allí tenía muchos bocadillos y que justo ahora regresaba hacia allá.

Ozzy y yo nos miramos y sonreímos, ambos estábamos de acuerdo con esa idea.

Muy bien, ¡vamos! respondí por ambos. La Doncella nos dio una sonrisa y nos guió hasta aquella fogata.

ᴀᴛ ᴛʜᴇ ᴇɴᴅ ᴏғ ᴛʜᴇ ʀɪᴠᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora