ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ

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Hoy en día sigo sin querer recordar lo que pasó más allá de cuando descubrí que todo fue un sueño, y que al despertar con mi osito de peluche Ozzy en brazos oí a mis padres... llorando. Lo que ocurrió luego sigue siendo algo traumante y muy triste de contar para mí.

Y, ahora que lo pienso, me he quedado tan embobada rememorando toda esa travesía que ni me he percatado que aún estoy medio cruzando aquellos enormes portones de rejas negros.

De nuevo volvemos al punto de inicio:

Me encuentro aquí, en éste lugar gris. Es la primera vez que entro sin temor a lo que llegaría a sentir si lo hacía.

Respiro hondo antes de por fin entrar y dirigirme a donde debo ir. Mientras camino, de nuevo pasa por mi mente aquella descripción: "no será algo agradable estar allí y siempre se ve como un ambiente gris"; de sólo pensarlo, me doy cuenta que éste lugar encaja muy bien para esa descripción. El cementerio.

Sigo caminando y pasando por toda una fila de lápidas hasta dar con aquella, deteniéndome en seco y con mis ojos fijos sobre las letras grabadas allí. En cuanto me veo parada frente a esa lápida, no pude contenerme, mis piernas flaquean y me hacen caer de rodillas mientras cubro mi rostro con mis manos, hundiéndome en un mar de lágrimas.

Era lo que más temía que pasara: llorar al verla allí. Sin embargo me permito hacerlo, pues a fin de cuentas está bien expresar cuánto extrañas a alguien, aún si eso significa quebrarte en llanto.

A pesar de lo mal que estoy, soy capaz de aclarar mi voz lo más que puedo y así empezar a hablar.

—Después de tanto tiempo..., hoy por fin vengo a visitarte por primera vez —Quito algunas lágrimas que caían por mis mejillas—. Nunca creí que sería tan difícil estar aquí, pero lo hice por ti, bisabuelita.

A partir de allí comienzo a hablar sobre muchas cosas: desde cómo seguía mi vida, mis dificultades y logros, y algunas veces no dejo de mencionar los recuerdos que pasé junto a ella. Llega un momento en que no puedo más y de nuevo rompo en llanto, y ésta vez me abrazo a la lápida, ignorando que su estructura pedregosa raspara mis brazos descubiertos.

—Me haces tanta falta, abuelita Louisa. Desde que me enteré de aquella noticia me sentí tan vulnerable, ¿cómo podría seguir con mi vida sabiendo que tú ya no estarías más en ella? —expreso sinceramente, mientras hago sorber mi nariz para poder continuar —. Sé que tal vez no hemos construido muchas memorias debido a lo lejos que estábamos mi familia de ti y el abuelito. Pero debes saber algo: ahora que tengo la oportunidad de estar aquí, quiero que sepas que fuiste, eres y serás la mejor bisabuelita que he podido desear, y todos y cada uno de los pocos recuerdos que tengo de ti siempre estarán presentes en mi corazón.

Cuando las lágrimas y los constantes hipos ya no me permiten seguir, dejo que mi cabeza siga recostada sobre la lápida, permitiéndome soltarlo todo hasta quedar seca. De repente, en ese preciso momento, siento una especie de brisa cubriéndome mis hombros, como si algo estuviera abrazándome. No dudo en levantar la mirada sólo para llevarme la gran sorpresa de mi vida.

—¿D-Doncella? —tartamudeé. Aquella persona que no había vuelto a ver desde esa noche estaba ahí, con esa dulce sonrisa que recordaba perfectamente y rodeada de un aura azulada y dos pares de alas muy blancas y hermosas en su espalda.

—Nunca tuve dudas de que vendrías —me dice.

De repente, en mi cabeza suena un extraño click que me hace reaccionar.

—¡Abuelita! —Suelto lágrimas de la emoción al ver cómo aquella mujer que no había visto hace tanto tiempo agranda su sonrisa al escucharme decir aquello, y me abraza. Por fin todo cobra sentido para mí: aquel sueño no fue más que un viaje de despedida a mi bisabuela, la cual resultó ser todo éste tiempo esa persona que conocí como la Doncella. Por eso es que ella me llamaba "hadita", yo era parte de su gran familia de hadas y duendes.

—Gracias por acompañarme en mi viaje al Cielo, mi pequeña hadita. Te quiero muchísimo y te prometo que siempre voy a estar cuidándote desde allá arriba —susurra en mi oído, al mismo tiempo que intensifica el abrazo.

Al igual que ella, yo también tengo ganas de expresarle lo mucho que la quiero, pero la emoción está llenándome y lo único que soy capaz de decir repetidas veces es "abuelita" cada vez con más dificultad por estar llorando tanto. Aún así, ninguna de las dos nos separamos, seguimos abrazándonos hasta que nuestros brazos no dieran para más. Poco me importaba que alguien me viera; estar abrazando a mi abuelita después de todos estos años sin ella era un tesoro que no iba a desperdiciar por nada en el mundo.

Finalmente, cuando ya dejo de llorar y sólo me permito disfrutar de esa bella calidez por otro rato más, la Doncella, o mejor dicho mi abuelita Louisa, culmina el abrazo y me susurra al oído que ya tiene que marcharse. Mi corazón se estruja hasta casi hacerme estremecer, no quiero que se vaya todavía.

—Ven a verme cuando quieras —me dice. Ella comienza a ponerse de pie, al mismo tiempo que su aura se vuelve cada vez más brillante —. Yo también te visitaré en sueños siempre que me necesites... si eso es lo que deseas.

Algo en mí de nuevo reacciona. Recuerdo bien esa frase que dijo en ese sueño cuando nos despedimos.

Rápidamente me seco mis lágrimas traviesas, y le respondo entre hipos: —Sí, eso deseo. —Fue la misma respuesta que le di aquella noche.

Entonces mi bisabuela sonríe y su cuerpo ahora casi transparente empieza a elevarse. Ya estando demasiado alto, un camino de nubes se hace presente y allí vislumbro tres siluetas muy conocidas, ¡las sirenas! ¡Eran Fräulein, Hoffe y Liebe!

Ellas, sonrientes y esperando con paciencia a mi bisabuela, me saludan al percatarse de mi presencia, yo igual las saludo igual de feliz por verlas otra vez.

Ya llegando al final del camino de nubes, la abuelita voltea a verme, se despide lanzándome un beso volador y se desvanece lentamente entre los rayos del sol con un bello vuelo danzante junto a las sirenas. Antes de desaparecer por completo, oigo unos últimos cantos entonados por esas tres voces:

"At the end of the river the sundown beams
All the relics of a life long lived
Here, weary traveler rest your wand
Sleep the journey from your eyes"

Buen viaje, abuelita. Nos veremos pronto murmuro, al mismo tiempo que volteo en dirección a las grandes puertas, dispuesta a dejar el cementerio.

Y mientras me alejo, cada vez camino un poco más rápido y dando inconscientemente saltitos de alegría, no sólo porque me sentía feliz de que haber cumplido mi promesa de visitar a mi bisabuela o porque pude tener la oportunidad de decirle todo aquello que quizá nunca fui capaz, sino por saber que viví una última gran aventura a su lado donde pude conocer tantas cosas admirables y maravillosas de su vida, desde su niñez, la esperanza que la guió a un mejor camino en momentos difíciles, y el amor que dio vida a una gran familia.

Y ahora que sé que está feliz allá en donde sea que esté, me aseguraré de que todos esos vestigios de su vida largamente vivida, protegidos por sus sirenas, permanezcan vivos en los corazones de todos los que la amamos y recordaremos por siempre: su familia, sus hadas y duendes.

Te quiero por siempre, bisabuelita, mi amiga Doncella. De parte de tu querida hadita.


Fin


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𝖋𝖚̈𝖗 𝖎𝖒𝖒𝖊𝖗 𝖎𝖓 𝖒𝖊𝖎𝖓𝖊𝖗 𝕰𝖗𝖎𝖓𝖓𝖊𝖗𝖚𝖓𝖌.

𝕴𝖈𝖍 𝖑𝖎𝖊𝖇𝖊 𝖉𝖎𝖈𝖍, 𝕺𝖒𝖆.

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ᴀᴛ ᴛʜᴇ ᴇɴᴅ ᴏғ ᴛʜᴇ ʀɪᴠᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora