Caminata de invierno

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   Ahí iba yo caminando con escusa de que me vieran.
   Era pleno julio, pleno invierno. Llevaba una campera, unos guantes y un gorrito que me mantenía calentita. Se notaba el viento en las copas de los árboles. La escarcha cubría las calles.
   Hacía frío, mucho frío. De pronto, una gota cayó de mi mejilla; no pasaron más de diez segundos antes de que cayera otra y otra. Así vinieron más  que fueron imposibles de contener.
   Estaba cayendo la noche, y esa caminata de invierno se había convertido en una caminata de recuerdos.

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