Domingo por la tarde, recostado en mi cama, especial de películas, palomitas y refresco, ¿Qué otra cosa puedo pedirle a la vida.?Ding Dong...Ding Dong.
Era bastante bueno para ser verdad. Con pereza me levante de la cama, ya no me importaba si ir descalzo o que mi apariencia fuera la mejor, solo quería decirle a quien fuera que estuviera afuera que se largará.
Ding Dong.... Ding Dong.
–¡Ya voy, ya voy.!– Grite ya bajando los últimos escalones. Llegue a la puerta y abrí sin revisar el picaporte. –Mira ahora no estoy resi...–
No pude terminar ya que unos brazos habían rodeado mi cuerpo, no hacía falta verle a la cara a la cara para saber quien era...
–Ji-Jinnie...¿Qué haces aquí.?–
–Ken... Ken me dejo botado.–
Y solo faltaba que dijera eso para que se pusiera a llorar...
¿Por qué vuelves ahora.?
¿Por qué vuelves cuando empiezo a olvidarte.?