Capítulo 1

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Veintisiete Horas

Harry Potter no era un hombre soltero ni increíblemente codiciado. Tampoco era del tipo romántico. Más bien era un hombre relajado, enamorado, a punto de entrar en la tercera década de su vida y generalmente tranquilo, pero en esos momentos estaba bastante nervioso, pues iba tarde para su cita y los botones de la camisa se negaban a entrar en su lugar.

—Cálmate —le dijo Ron, pasándole su saco —Nada malo va a pasar. ¡Es Hermione! Tu mejor amiga, la chica con la que sales desde hace años, la que te ama y amas con locura. No tienes por qué estar nervioso.

—Es precisamente por eso que lo estoy —contestó Harry, tratando de arreglar su cabello, inútilmente —Siento que todo esto es demasiado perfecto. No creo posible que todo salga como lo planeo.

—Una vez más, hermano, ¡es Hermione! Nada malo va a pasar.

Oh, el buen Ron. Si todo fuera así de sencillo. Cuando Harry llegó al restaurante, una muy arreglada pero no muy tranquila Hermione le esperaba. Presentía lo que Harry se traía entre manos. Sabía que esa noche era la noche. Después de meses, años de espera, por fin se comprometerían. Luna lo sabía, Ron lo sabía, ella misma lo supo desde el instante en que él descolgó el teléfono aquella tarde de hace dos días y la invitó a cenar en el restaurante "Cielito Lindo". Con un nombre tan empalagoso, no había un lugar más perfecto que ese para pedir matrimonio.

—Siento la demora —se disculpó Harry ocupando su asiento.

—No hay problema —Hermione compuso su mejor sonrisa, iniciando la velada perfecta— ¿qué eso tan importante que me tenías que decir?

—Esperaré al postre para decírtelo, ¿de acuerdo?.

Hermione Granger podía tener muchas virtudes: buena consejera, excelente amiga, extraordinaria periodista y sublime cocinera. Además, todos la reconocían por ser paciente como ninguna, pero llevaba tres años esperando y sentía que ese último don estaba a punto de expirar. Inhaló, exhaló, relajó los hombros y sacando la última línea de paciencia que le quedaba continúo con el guion preparando.

—De acuerdo, cielo.

La cena transcurrió en medio del exagerado nerviosismo por parte de él, y la cada vez más creciente desesperación por parte de ella. La ensalada les supo insípida, la carne insulsa y el vino desabrido. Esperaban con ansías a partes iguales la llegada del postre. Cuando el tiramisú estuvo en la mesa, acompañado de dos tenedores, Harry llevo la mano al bolsillo interno de su saco y comenzó su discurso.

—Hermione... Eres... Bueno. Tú y yo hemos pasado mucho tiempo juntos... estamos a punto de cumplir tres años y tú sabes, ese es un momento... especial... para una pareja. Tres años son, bueno, toda una vida. Es en este momento cuando se llega a ese lugar, ese lugar dónde estamos nosotros ahora. Dónde hay que empezar a decidir el-el-el-futuro. Lo que quiero preguntarte, más bien decirte, es... —Hermione intentó no caber en sí de gozo, supo que se suponía tenía que ponerse feliz, pero algo no cuadró en ella. Más que feliz, empezó a decepcionarse ante ese pésimo inicio — Tú ganas.

Harry sacó el anillo, esperando un gritito de emoción, un ataque de besos o al menos un rotundo "si" de alegría. Lo que recibió, en cambio, fue un tono gélido repitiendo su última frase.

—¿Tú ganas? ¿De qué estás hablando?—dijo Hermione enojada.

—De que, tú ganas. Ya está, listo, ¡vamos a hacerlo! Casémonos —contestó él, confundido.

—¿En serio esa es tu propuesta?

— Si —dijo él, todavía sin entender el enojo de su novia —Digo, tres años ya son algo. Si no nos casamos... Bueno, vive o deja vivir.

¡Se busca novia! - Hermione y HarryWhere stories live. Discover now