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La sangre corría por mis piernas. Esos humanos y sus armas tan inútiles. Las nubes del cielo azul eran mi única salvación, sin embargo, mi forma como humano no me servía para subir, así que corrí hacia el bosque, y me escondí de ellos. Realmente no tenía fuerzas, ni siquiera para caminar.
Alguien llegó. Alguien estaba ahí, mirándome. Pero no alcance a ver...

La oscuridad se apoderó de mis ojos.

Al abrir mis ojos, vi unas manos delicadas dirigiéndose a mi frente.

"La calentura ha pasado." Dijo una voz delicada, suave, cálida.

-¿Quién eres tú?- dije con las pocas fuerzas que tenía.

-deberías descansar, anoche te la pasaste bastante mal.

No respondió a mi pregunta. Por un demonio, ¿Quién es ella? ¿Dónde estoy?

Ella estaba incada en el suelo de madera, remojando una tela blanca en agua que estaba en en un recipiente, igual de madera.

Quería volver a cuestionarla acerca de quien era, pero... alguien entro a la habitación.

-Princesa...- dijo un hombre mientras me miraba.

La joven no respondió.

-Perdón, mi señora. Quería avisarle que ya está listo lo que pidió. - el joven humano miraba hacia abajo... que falta de respeto.

-Gracias, Takemaru, puedes retirarte. - Contesto la joven.

-Así que... ¿Eres una princesa? De haberlo sabido, hubiera venido más presentable, su majestad. -Dije con un tono sarcástico.

-No comprendo su manera de hablar, señor, sin embargo, entiendo que ayer tuvo una mala experiencia y le pido perdón por ello. -Dijo ella con una voz firme.

-¿mala experiencia? - Pregunté.

La mujer no tuvo tiempo de responder, se había retirado de la habitación.

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