uno de mayo

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-¡alto, policía!- saludó Diego a aquel chico rubio de pelo rizado que se apoyaba en el marco de la puerta de su casa-¡Cuánto tiempo!-saludó mientras entraba-.

<a un amigo como él dejaría pasar siempre> pensé mientras me acercaba para contemplarle mejor. Se trataba de un chico dos cabezas mas alto que yo, de media melena rubia y descuidada que dejaba caer sobre sus hombros y unos inquietantes ojos azul verdoso.

Fue la mesa donde estábamos comiendo, se sirvió una porción de pizza y sin darse cuenta de mi existencia comenzó a hablar con Diego. Le contaba que estaba muy agobiado porque la época de exámenes comenzaba, cada vez más preocupado por no poder moverse por su barrio por las manifestaciones y muy molesto con las cada vez peores frecuencias de metro.

Al terminar sus explicaciones se dio cuenta de que yo estaba allí, sentada en frente suya y escuchando con atención cada una de sus palabras. Me miró fijamente mientras dejaba su porción de pizza en el plato y con gesto torcido preguntó un tímido <¿quien eres?> seguido de un <¿que haces aquí?>.

-Ella es Alex- se adelantó Diego- es mi amiga y está aquí porque necesitaba escapar del estudio-terminó-.

-¿Alex?- cuestionó sorprendido- ¿de Alejandra?-.

-De Alex- sentencié yo- ¿y tu?-.

-Yo soy Guille- se presentó al fin- de Guillermo-.

Después de la jugosa presentación que casi me hace salir huyendo de aquella casa terminamos las pizzas casi en silencio y bajamos a un bar cercano a ver el partido que tocaba aquel día. Cuando bajamos a la calle desplegué mi bastón blanco y Guille se petrificó por un segundo hasta que Diego le explicó lo que me pasaba en la vista, se ofreció de guía y salimos al bar.

Llegamos y nos acoplamos a ver el partido en silencio. Al terminar la primera parte Guille me acompañó al baño, me sujetó el palo y en menos que canta un gallo volvimos al salón de aquel local.

A los dos minutos y ante los quejidos de Diego salimos a tomar el aire, fumamos y dimos un paseo que fue interrumpido por una llamada. Esa llamada era de un amigo no muy amigo suyo que no sabía que ambos estaban juntos.

A causa del alcohol que todos llevábamos encima, de la situación de euforia o del frío, el rubio se puso al teléfono y al darse cuenta de que le había engañado empezó a maldecir a voz en grito <me cago en todo>< me cago en todo>.

-N...- no conseguía articular palabra- no te cagues en todo y abrázame- alcancé a decir mientras le tendía los brazos-.

Nos abrazamos un buen rato y después de ello prosiguieron los mimos, las caricias a su pelo y los besos en la frente correspondidos con besos por toda la cara. Esto fue detenido por la mirada celosa de Diego que nos hacía entender que ya era suficiente.

Llegó la hora de irme y con cariño me despedí de aquellos dos. Hice feliz el trayecto en metro y al llegar a casa y con miedo de perder el contacto con Guille, con mucha vergüenza, le pedí el número a mi amigo. ¿querría saber algo más de mí?¿le gustaría tanto como él a mí?

c7 de madrugadaWhere stories live. Discover now