Impulsos

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Desayunamos en silencio, no fue incomodo pero fue raro, me gustaba Alexander  cuando hablaba y me miraba con esos hermosos ojos azules, tal vez se pregunten que tan raro es que una mujer que viuda de tan solo un mes este pensando en un Escoces de una manera poco fraternal, definitivamente culpo a mis hormonas.

- ¿Cuando regresara tu amiga? con esa pregunta me saco de mis pensamientos, y tarde en contestar, porque empezó a fruncir su ceño.

- Me dejo una nota en la que decía que regresaría hoy por la noche. ¿Aun quieres que cocine en tu casa?

- Por supuesto.

- ¿Me acompañarías a la tienda de comestibles? ¿Que te gustaría comer?

- Claro, de hecho esta de camino a mi casa, y sobre lo que me gustaría comer, lo dejo a tu criterio.

- Perfecto, solo subiré a recoger mi bolso y nos vamos.

Me apresure a subir las escaleras y entre en mi cuarto, me di cuenta que mi abrigo del día anterior aun no estaba seco y que solo tenia  el abrigo de la Hermana de Alexander, tendría que preguntarle si me lo podría prestar. Cuando baje a la planta baja, ya me estaba esperando en su todo terreno y había limpiado la mesa del desayuno, era muy rápido.

- Gracias por limpiar, no debías hacerlo. le dije en cuanto me acerque a su lado. Por cierto ¿me podrías seguir prestando el abrigo de tu Hermana?

-Por supuesto,  me darás las gracias con una rica comida. Y me dio una hermosa sonrisa, creo que realmente debería controlar mas mis hormonas o tendría que alejarme de él.

El viaje al supermercado fue realmente corto, una de las cosas que me gusta de este tipo de lugares, es que todo esta relativamente cerca. Al parecer Alexander es bastante conocido, por lo menos veinte personas lo saludaron en nuestra estadía en el supermercado, el cual debo decir que esta bastante bien abastecido. Siguiendo mi plan de la noche anterior, compre pasta y los vegetales para el salteado, Alexander me guiaba por los pasillos y no podía evitar darme cuenta de las miradas de las personas que nos rodeaban, al parecer una Latina no puede pasar desapercibida.

- ¿Tienes todo lo que necesitas?

- Si, realmente encontré todo lo necesario. Mientras la cajera pasaba mis compras por la barra, empece a buscar mi cartera, una mano me detuvo.

- Ni se te ocurra pretender pagar.

- Bueno no seria una cena de mi parte, si te dejara pagar ¿cierto?

-  Mayte no insistas, por nada del mundo te dejaría pagar.

- Esta bien, paga.

Alexander esta totalmente equivocado si cree que lo voy dejar pasar, supongo que no ha contemplado el postre. La lluvia había vuelto y era mas fuerte que cuando entramos al supermercado, y creo que la temperatura había descendido también, empece a temblar, Alexander se había adelantado para traer su todo terreno a la entrada, así que yo me había quedado en la entrada esperándolo, y en ese escaso tiempo yo estaba casi congelándome, para una persona que el clima mas bajo había sido catorce grados. Cuando el todo terreno paro y entre, todo mi cuerpo temblaba.

- Por Dios Mayte, te estas congelando. Me abrazo fuerte, mi cara estaba totalmente enterrada en su pecho en cual olía maravillosamente, era una combinación de su colonia, ropa limpia y calor corporal el resultado era realmente maravilloso.

- Mete tus manos dentro de mi abrigo. Metí mis manos y lo abrace y me pegue demasiado a él, literalmente termine en su regazo.

- Peerrdoooón, dijiste solo las manos, pero en verdad tengo mucho frió. Sentí su risa, su pecho empezó a vibrar.

- Tranquila, no me molesta en lo absoluto, ¿crees que te podrías acomodar. para que pueda conducir? Empece a bajarme de su regazo y el me volvió a poner encima de el.

- Me refería a que te acomodaras en mi regazo.

- Ho ya entiendo. Me acomode lo mejor que pude, para darle espacio.

- Mmmm hueles delicioso. Me hablo en mi oído y su aliento hizo cosquillas en mi cuello, se me puso la piel de gallina. 

- Gracias, tu también hueles maravilloso. Afortunadamente no veía mi cara, así pude evitar que viera lo roja que estaba. 

Entramos en el camino de terracería hacía su casa, y literalmente empece a darme de centones encima de él.  Alexander emitió un gemido, pensé que lo estaba lastimando, hasta que sentí una protuberancia que se clavaba en mi trasero, guau eso en verdad me sorprendió, y mas por la forma tan acelerada en la que respiraba, lo peor fue que esa intromisión en mi trasero me resultaba bastante placentera, afortunadamente el camino de terracería fue corto y cuando me di cuenta ya estábamos en la entrada de su casa. Me levante de su regazo y apenas estaba sentándome en el asiente del copiloto cuando Alexander ya había salido del todo terreno, se quedo recargado de este, después de un momento me estaba abriendo la puerta del copiloto, quedamos de frente mirándonos a los ojos, y literalmente me perdí en esos ojos azules que me miraban con intensidad. Se acerco y acaricio mi mejilla, lentamente fue acercando sus labios a los míos y sentí su presión y su insistencia por entrar, así que me rendí y lo bese con la misma insistencia que el, me tomo por la cintura y profundizo aun más el beso, literalmente estaba medio acostada en el asiento del copiloto, cuando nos detuvimos por aire y nos miramos a los ojos, ambos nos dimos cuenta que una linea se había atravesado.  




Una Nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora