Carta a Olivia II.

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A veces se sentaba al costado del río,
a mí me tocaba mirarla desde lejos.

No podía acercarme demasiado, eso habría significado una catástrofe. Tal vez las torres gemelas se apiadarían de mí. Olivia siempre fue explosiva, ojalá hubiera sido capaz de contener sus emociones...

Siempre hacía lo mismo,
siempre brillaba igual,
nunca dejaba de ser de ensueño.
Me iba a dormir esperando encontrármela y compartir el paraíso de su piel.

Llámeme hedonista, pero no me hubiera molestado vivir en sus caricias, sus dulces manos tejían y sostenían mi mente. Olivia, diosa de la creación.

Si cantaba era linda,
si reía era linda,
perdida, llorando, sufriendo,
seguía siendo linda.
Por dios, que era linda...

La extraño,
y uno extraña cuándo amó.
Si de algo estoy seguro es que amé a la mejor mujer que existió.

La más bella, la más inteligente,
la más sabia, la más dulce,
la única, la que es.

Te amo, Olivia,
espero puedas perdonarme.

- Iván.

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