Cap 4. Me gustas

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Pasa una semana desde que conocí a Peter. Todavía no lo quiero agrupar con Lins o Collin, no sé qué van a pensar de mí, capaz piensen que soy una idiota por involucrarme con un chico el cual me ha robado el auto.

Todas las mañanas desde que nos conocimos, me pasa a buscar con el r8 a casa y me lleva a la escuela. Pasamos mayor parte del día juntos y el resto lo paso con Lins y Collin.

Ellos saben que algo me pasa, últimamente los estoy viendo muy poco y es bastante extraño en mí. Intento irme a lugares donde se que ellos no van, para que no me vean con Pitt.

Ya sé es algo idiota lo que estoy haciendo y me voy a arrepentir, pero necesito un poco de tiempo.

***

Escucho los ladridos de Danko, abro mis ojos y miro mi rojo reloj de aguja, que estaba en mi mesa de noche. Sigo escuchando ladridos. ¿Qué está pasando? ¿Acá nadie te deja dormir en paz? Me concentro en el reloj y dice <<11:30>> Como es sábado me vuelvo a recostar en mi suave cama llenos de almohadones, pero vuelvo a escuchar sus ladridos, y no logro relajarme.

Me levanto de mi cama, tomo mi bata y bajo por las escaleras. Veo a mi labrador negro de casi un año ladrando desesperado a la puerta.

—Tranquilo Danko —Le digo acariciando su cabeza.

Me lame la mano, en modo de aceptación y deja de ladrar.

Tengo hambre, mi estómago hace una leve queja. Camino hacia la cocina, perseguida de Danko y veo que sobre la mesada de mármol hay una jarra llena de café y unas tostadas en un plato de porcelana.

Danko vuelve a ladrar desesperado, así que tomo mis llaves y abro la puerta para ver quién era.

La pregunta es ¿Quién no era? Pues mis padres estaban en esa lista. Ayer ellos me dijeron que iban a las diez al aeropuerto a buscar a Tim, un amigo de la familia, y luego iban a almorzar afuera. Thomas y Leila deben estar durmiendo, así que no sé quién podría ser.

Abro la puerta y veo un BMW i8, bastante caro para que sea de alguno del barrio, ya me imagino quien será. De la puerta del piloto sale Pit, vestido de negro con unos jeans y una campera de cuero. Baja del auto con unas llaves en las manos. Poco a poco se va acercándose a mí.

—Veo que te despertaste tarde —Me dice besándome la mejilla

Se ve muy bien en negro, esos ojos azules cielo y su pelo alborotado, es como un chico malo. Me gustan los chicos malos, no los que me roban el auto, sino los que aparentan ser malos y no lo son.

—Ho…la —Le contesto distraída por sus ojazos —¿Qué haces acá? —Me vuelvo a concentrar en él, formulando una pregunta coherente.

Se apoya en el marco de la puerta y me mira fijo, sus cejas dejan de ser una línea recta y se empiezan a encorvar para adentro. Parece enojado, está enojado.

Empiezo a mirar el piso de un lado a otro, intentando recordar que me había dicho y porque se enojo, pero no recuerdo. Levanto la vista, y me apoyo en el marco de la puerta igual que él.

—Cuéntame que me he olvidado.

Sus cejas se empiezan a relajar y veo como respira profundo. Me siguen mirando fijamente. Veo como sus ojos se van dilatando poco, poco y como va bajando su vista desde mi cara hasta la punta de mis pies. Esos ojos me vuelven loca. Se para derecho en frente mío.

—Invítame al desayuno y te cuento

Levanto mis cejas, me paro derecha, y le abro camino a mi casa. Él no conocía mi casa, ni mi perro, ni mis hermanos, no conocía nada.

Increíble.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora