El puto día cualquiera del que te hablaba, dejó de ser "cualquiera" cuando tuve que pasar la noche en la oficina. Estábamos en épocas navideñas y mi jefe, en pocas palabras, era un cabrón. Era el tío más antipático que conocía. Bueno, no, si te llego a contar la antipatía del señor que trabajaba en la funeraria cuando falleció mi tío Andrés, te hubieses muerto tú al instante. Como hay tiempo de sobra en esta historia, te la cuento. Imagina que retrocedes mucho más atrás en el tiempo del que ya estabas. En lugar de 730 días antes, te remonto a la época casi de los dinosaurios: cuando yo tenía 12 años. En esa época, ya llevábamos tiempo sufriendo la "muerte" de mi tío, ya que arrastraba por una parálisis cerebral desde hacía 5 años, es decir, estaba completamente en estado vegetal. Siempre dije que las personas con esa condición mental y física, entre más alargas sus vidas, más sufren. Pero, bueno, es normal que mi abuela, en su momento, no quisiera acabar con la vida de su propio hijo. ¿Quién querría asesinar a su hijo?
Aunque imagina a mi abuela ya mayor. Creo recordar que en ese entonces tenía 80 años, cuidando a mi tío de 40 y con su parálisis... ¡Vamos, algo increíble!Cuando alguien fallece, los procesos de la funeraria son duros. Estás asimilando la muerte de un ser querido y tienes que estar gestionando hasta el color del ataúd. ¡Cómo si me importase si la caja es azul!
-A ver, señora, tiene que dejarme llevarme esto. No tengo todo el tiempo del mundo.
¿¡Esto!? ¿Acaso estás cargando con un cepillo de barrer o qué te pasa?
El hombre, de unos 30 años, alzó la voz a mi abuela, que estaba abrazando el ataúd donde se encontraba su hijo... ¡Su hijo más pequeño! Que había muerto después de lidiar durante mucho tiempo con una enfermedad...
El hombre vestía un traje negro con corbata. No tenía percha para llevarlo. Llevaba un reloj de pulsera de plástico rojo, ¡¡rojo!! ¡En un funeral! Su dedo anular llevaba un pedrolo bien grande bañado en oro con piedritas negras. ¡Claro que sí, a la moda, caballero!
Mi cara de bulldog francés y mi labia de barriobajera se dirigieron hacia él y en breves palabras le hice notar mis ganas de enterrarlo vivo.-¿De qué cojones vas, chaval? ¿Tienes una profesión frustrada y te metiste a agente funerario?
Todas las personas se quedaron mirándome con gesto de "¿Qué chungo le dio a esta tía?". Y cuando digo todas, son todas; las vecinas de mi abuela, las tías lejanas que no había visto en mi vida, la panadera del campo, el albañil de la esquina de la calle de Manolita, ¡hasta el bebé del carro que arrastraba mi prima!-Calíope...
Mi madre me echó una mirada desafiante. Sé lo que me quieres decir, madre. Pero, me importa un pimiento. Que a ti no te duela la frialdad de este tío con tu hermano pequeño, no significa que a mí tampoco. A ver, querido don reloj rojo, ¿a ti no te han enseñado el concepto de "tacto"?
-¿Cómo se llama usted? -me dirijo hacia él.
El hombre me mira fijamente. Mirada oscura y ojeras marcadas. Se suelta un poco la corbata.
-Basil -su hilo de voz penetra lentamente en mi cabeza. Intentando asimilar como había sido capaz de hablarme después de haberle faltado el respeto a mi abuela. Trago saliva. Basil... La palabra "basil" proviene de Grecia. Según la cultura griega, significa rey. Basil también se le llama a la "albahaca", una planta herbácea. Según la leyenda, había una planta de albahaca en Jerusalén donde la emperatriz Elena de Constantinopla halló la Vera Cruz.
-Albahaca. No rey. Eres una albahaca. Sin sentimiento alguno.
El hombre se dio cuenta de que sabía de la cultura griega y bajó la cabeza. La gente que trabaja en esos sitios tiene que tener tacto y sentimientos.
-Cualquiera se topa contigo sin asustarse, Calíope... Y eso que tan solo tienes 12 años.
Miro a mi madre y le hago regañizas. Corro hacia mi abuela y la abrazo.
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Calíope
Teen FictionMe llamo Calíope. Y aún no sé porqué estoy contándote mi historia. Pero, si algo tengo claro es que hay un motivo. Un motivo por el que he querido que te pares a leerme. A mí y a mis letras. Te contaré algo: no vas a leer una historia de amor. No...