El sol te daba en el rostro con destellos perlados, vi tu sonrisa al observarme de lejos, pero ignorabas que yo te veía de perfil, estabas tan concentrado pensando en quien sabe qué, me giré y camine lentamente hacia vos.
Me mirabas esperando alguna palabra, buscando mis ojos.
Te sonreí y cerraste la boca, me paré junto a vos y comencé a cantar, no lo entendias, esperabas una charla que no te di.
Un hombre observaba la situación a lo lejos, quizás éramos dos locos viviendo el momento.
Te acercaste más, me miraste fijo y me dijiste estás hermosa, causando que me sonroje al punto de que mis cachetes combinen con mi blusa roja.
Te agradecí mirando tus ojos y se te escapó un te amo, me agarraste desprevenida, eso no lo esperaba. Mire hacia el infinito pero no dije nada.
No sabía que responder, pero si estaba segura que ese amor era mutuo.
El hombre que observaba se acercó a nosotros intentando saber que pasaba. Aprovechamos ese momento para dar la última mirada detallada de nuestros ojos.
Me marché cantando, ese tema que siempre estaba en mi cabeza cuando tu presencia entraba en mis ojos.
Hoy después de tanto tiempo reconozco que no puedo escuchar el tema sin que una lágrima amenace con salir.
Tus recuerdos vienen a mi mente como si fuese ayer que nos encontrábamos en ese río colmado de gente una mañana de diciembre.
Doy manotazos al aire pensando que así desaparecerá esa sensación en aire que huele a tu aroma, y no es tan agradable como solía ser.
Quizás porque es mi mente la que imagina ese aroma. Imagina esa situación que no pasó, imagina el sol en tu rostro que nunca vio. Imagina que alguien nos observaba en nuestra locura. Pero todo está en mi mente. Imagina que existes pero no es así. Yo te he creado a vos y a todo. Así que no puedo estar triste por algo que no pasa ni existe.
