único capítulo

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Hoy era un día especial en el reino, el príncipe Herny tenía que elegir una dama, para volverla su futura reina. Él no estaba emocionado con la fiesta que se iba hacer esa misma noche, el sabía muy bien que no necesitaba una mujer que lo acompañe a ser rey, pero sus padres le aclararon que si no conseguía una futura esposa está noche, le iban a quitar su trono, y su corona sería entregada a su hermano menor.
Herny después de desayunar con sus padres, y que ellos mismos le repitieran la misma estupidez, se encerró en su cuarto, para descansar un poco para esta noche. Ya estaba cerrando los párpados para ir a dormir, pero tocaron la puerta de su cuarto, haciendo que despierte y que empieze a soltar maldiciones al aire.

-Su alteza, hemos venido para prepararlo para esta noche- El príncipe aún susurrando maldiciones, por no dejarlo dormir, se sentó en la cama.

-Pueden pasar- Dijo con la voz levemente cansada.

Las sirvientas pasaron con dos de sus trajes, productos de belleza, y más cosas que no le interesaban para nada al príncipe.

-Ustedes vayan preparando las cosas, yo me daré una ducha- Decía la alteza, mientras sacaba de su enorme ropero su ropa interior y una toalla.

-Si usted gusta, yo le ayudó- La sirvienta más joven se le insinúa de una manera muy guarra para su al parecer.

-no gracias, tiene cosas más importantes que coquetear con el futuro rey- con la voz en alto y haciendo que la sirvienta se muera de vergüenza, se entra a bañar con una sonrisa en su rostro.

  […]

Después de disfrutar de su relajante baño de agua caliente, sale para secarse y ponerse su ropa interior, y la toalla alrededor de la cintura, aúnque tenga los boxers puesto, se ocultaba también con una toalla.
Abrió la puerta del baño para salir y ver a todas las sirvientas viéndole cómo si fuera el pedazo de filete más jugoso del mundo. Él se sintió incómodo, cómo se notaba que estás sin cerebros eran unas malas educadas, cuando esté en su trono, las mandaría al carajo.

-¿Qué ven? Sigan con sus cosas- Dió la autoridad el único hombre en la sala.

Se fue al cambiador, donde le esperaban dos sirvientas, cada una de ellas tenían un traje para él.

-Elija su alteza- Dijo una con una voz tímida, se notaba que la sirvienta era nueva y sin experiencia en esto.

-Denme esté- Él príncipe eligió un traje blanco con algunos retoques dorados, que hacían resaltar sus hermosos ojos celestes casi llegando a un azul oscuro y su elegante cabellera dorada.

Después de que las sirvientas le ayudarán a poner el traje, con algunos roces de más, se miró al espejo, y le quedaba magnífico, esto superaba a cualquier príncipe de Disney, su cuerpo bronceado se le marcaba, haciendo que más de una chica le diera algún infarto por la belleza que irradiaba ese hombre.

-¿Me queda bien?- Le preguntó algunas de las muchachas que lo ayudó a ponerse el traje.

-Se ve cómo un verdadero rey- Contestó muy segura la empleada.

Salió del cambiador con la frente en alto, y como el había pensado, más de una empleada se le quedó viendo embobada por la belleza que tenían enfrente, era todo un hombre.

-Sigamos- Dijo con su vos un poco fina, haciéndole un poco de gracia a las sirvientas.

El futuro rey se sentó en una silla, para ver qué las sirvientas le pusieran un buen y cómodo zapato, que combine con su explendido atuendo.

  […]

Después de hacerle algunos retoques, por fin ya estaba listo, solo faltaba ponerle su corona y su explendida capa roja, con algunos retoques de oro y diamantes.
Salió de su cuarto como si fuera la mismísima luna llena iluminando la oscuridad de la noche. Pasaba por los pasillos y todos los sirvientes o personas que estén por ahí, lo miraban como si fuera las 7 maravillas juntas en una sola persona, en un sólo hombre…
Estaba nervioso, lo tenía que admitir, a él le encantaba las fiestas familiares, pero esta no era cualquiera fiesta familiar, si no que venían más personas de lo habitual, iban a estar presentes reyes de todo el mundo.

Mi Reina ||Hersus||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora