Eventualmente todo va a terminar para mí. Entonces no tendré necesidad de pasarla mal ni ver cómo todos a mi alrededor rompen sus promesas. Probablemente todo esto se contradiga con una de las notas escritas aquí, pero las cosas cambian, uno se da cuenta de las cosas, sobre todo cómo a nadie le importa realmente cómo te sientes.
Tus pensamientos sobre el futuro, sobre TU futuro, de cierta forma son una premonición. La mayoría no tiene la suerte de que las cosas cambien radicalmente para bien, o que su forma de ver las cosas madure y sientan que todo merece la pena, como es mi caso. Cometí el error de dejar toda mi felicidad en la espalda de otras personas, personas que eventualmente me traicionarían, o me demostrarían que esas promesas no tenían el mismo peso para ellos que para mí.
En el fondo, uno tiene que mirar por sí mismo de vez en cuando aunque diga que no es así. En mi caso, mirar por mí mismo es darme cuenta de que no seré una persona feliz por más que lo quiera, o quizá podría, pero no rodeándome de las personas que amo. Porque me harán sentir mal, romperán sus promesas y me echarán en cara que toda mi confianza no tiene valor. No sé por qué siquiera sigo pensando que tengo esperanza o que puedo confiar en alguien cuando sé que no es así.
En el fondo, todos tenemos esperanza, y no la perdemos sino hasta el último segundo. Esperanza en distintas cosas, obviamente. Tenía la esperanza de que alguien llegaría para cambiar mi mundo y hacerme sentir vivo otra vez, y no la perderé hasta que muera, porque por más arruinado que te sientas, cuando sabes que tienes los pilares para mejorar no dejarás de pensar por qué no puedes hacerlo. Algunos lo logran. Yo no lo logro. Porque también depende de la persona, y yo no soy una persona que pueda levantarse como quisiera, y siempre vuelve a caer en el mismo agujero de sufrimiento aunque quiera creer que no.
Eso es una persona autodestructiva.
Habrá muchas personas que me digan que es cosa de azar, que no se sabe cómo estaré en diez años, pero hay cosas muy difíciles de cambiar. No puedo cambiar que soy una persona triste y con tendencia a la depresión. No es una cuestión de pensamiento, de ideas, es una cuestión de personalidad, de identidad, de cómo te hace sentir el mundo. Yo me siento mal con la mayoría de las cosas. Y eso jamás voy a poder cambiarlo ni remediarlo de ninguna forma.
Todo lo que me queda es ponerle un fin.