Morgan Beckett es una periodista poco conocida en el ramo, busca su golpe de suerte entre los crímenes de la ciudad, esperando que en alguno de ellos se presente el héroe, sin embargo, una noche al pasearse por la costa, halla a Arthur Curry al bord...
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CAPÍTULO 6 ━━━━━━━━━━━━━━
Morgan calló. Resintió la saliva atorándosele en la garganta mientras que Arthur lucía un bochornoso impedimento mental que lo obligaba a mirarla cobrar una palidez inusual al querer hablar, inhibiéndole el paso del aire a los pulmones de manera funcional.
Hijo de la reina, hijo del océano y de la tierra. Un hombre atrapado en las consecuencias de un reino narciso que le odiaba, tanto que cualquiera que osara acercársele sufriría la furia de Atlantis. Ella no pudo ni objetar, era una traidora a la corona y de verdad no se arrepentía de serlo, solo sentía un leve cosquilleo subiéndole por la espina. Miedo. Terror a quedarse sola un día y perderse el futuro por una promesa del reino de las profundidades.
—Entonces tú...— señaló temerosa, pidiéndose a si misma con un mantra que no fuese a vacilar o sin lugar a dudas el gigante lo notaría.
Sabía para donde iba, lo vio por cómo acomodaba las palabras sobre la lengua con tal de no sonar tan insistente como sonaba en su cabeza, así que la dejó adivinarlo.
—Eres heredero— farfulló con la vista clavada en la de él.
Un choque eléctrico le recorrió el cuerpo entero en cuanto lo vio asentir con evidente molestia. Comprendió en ese preciso momento que no solo estaba delante del hijo de la reina, sino que estaba delante del primer hombre que negaba pertenecer a dos mundos. Se decía humano pero ayudaba a su gente, sin embargo, también podía llamarse Atlante y lo único que recibiría sería la misma imagen de sí mismo tumbado en la playa a medio morir.
—Necesito procesar esto— anunció, pasándose la mano por el cabello al levantarse luciendo pérdida, completamente desorientada e inútil.
Nada le pasaba por la cabeza en ese momento, era como si él oxígeno requerido no llegase correctamente a su sitio y todo se basara en un marco blanco que lo único que tenía era su imagen dando vueltas por la sala bajo el escrutinio atento de Arthur.
—Dices que no eres un héroe pero eres heredero al trono— masculló.
—No he elegido ser ninguno de los dos. Mírame, jamás podría hacer nada que no me incumbiera solo a mí
Se levantó, extendiendo los brazos para que se entendiera la evidente debilidad de su fortaleza.
—Dijiste que no te habían buscado en décadas, ¿Por qué ahora?— señaló temblorosa—. ¿No se supone que tu madre es la reina?
—Está muerta— respondió en tono solemne helando en fracción de segundos la silueta tremolante de Morgan.
Definitivamente la boca se le secó, eso no debió salir así sin un contexto, no tuvo que dejar que la desesperación la carcomiera por dentro. No sin antes escuchar lo que él tenía que decir.
