[13] Flicker

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CAPÍTULO 13▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔

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CAPÍTULO 13
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¿Cuál era el punto de sus labios si no eran para hacer ruido? Sostenerse cuál animal enjaulado en gritos ahogados por el hombre arrodillado en medio del semicírculo de la sala. Frente a un corredor blanquezco atado de las muñecas como exhibición, mostrándose ante las tres figuras sentadas en los puestos elevados al nivel donde Arthur yacía cabizbajo, luciendo un aspecto sedado, casi acabado. Afianzándose el cerrojo a su piel, incapaz de arder más allá de las mismas brasas infernales.

Por última vez, antes de resquebrajarse las cuerdas vocales, la misma pelinegra se sujetó fuertemente de los barrotes, ahuecando la cabeza ante el acero, desesperadamente dedicando su último vano llamado al Atlante.

—¡Joder, Arthur, despierta!— bramó, cerrando los ojos con fuerza ante la invasion eléctrica a nada de reventarle las carótidas.

Ante su caída de rodillas, observó de reojo a pesar de los cabellos devanando por su rostro las ondas eléctricas atravesando el acero aprisionando la figura morena. Evocando un ensordecedor alarido por su parte que llevó a tensar los músculos desde su espalda a los brazos, tirando fuertemente de las cadenas, trayendo consigo a rastras a los hombres tirando hacia atrás, inhibiendo su camino directo al rostro petulante de Orm. Quien se alzó curioso, presumiendo la pesada y deslumbrante armadura bañada en oro a los celestes y fúricos orbes de Arthur, callando su sentido común sobre todo lo demás, asegurándose a sí mismo que esa voz que sus oídos percibieron era la misma de la mujer de la tierra, la misma que le tenía con las cavilaciones extraviadas y en extremo revueltas. Ignoraba por supuesto la presencia agónica de Morgan suspendida de su lado, incapaz de volver a gritar, pues corría el peligro de una descarga tan fuerte que su vida se extinguiría así como la llama de una mísera vela ante la penumbra.

—Hermano— voceó el rey Orm, alzándose elegante por la sala, evaluando la rabia en los ojos del bastardo, siguiéndolo a donde su silueta flotase—. Creí que jamás llegaría a mirarte así de cerca.

—Oh créeme, si estuviera ahí no te quedarían palabras, hermanito— espetó, tirando vehemente de las cadenas en nueva ocasión, recibiendo el mismo resultado negativo.

El segundo hijo carraspeó, alzando las comisuras hasta que en sus labios pintó la indiferencia una sonrisa. Mofándose del preso a su poderío, doblegándolo sólo con un par de kilos de acero atlanteano. Indestructible incluso para un hombre de sus dimensiones. Orm, consiente del tesoro en la sala no se preocupó de las consecuencias, simplemente aceptó el hecho de lo que sucedería si las palabras siguientes produjeran un choque anafilactico en su hermanastro, quizá hasta lo empoderaría a destrozarle la tráquea entre las manos, no obstante, desde ahí y con las habilidades a su cargo, se volvía más que difícil enfrentársele al próximamente maestro del océano.

Shallows ┊ 𝑨𝑸𝑼𝑨𝑴𝑨𝑵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora